David Bowie y Los Ejes Invisibles En La Cultura

La cultura nos interpela, siempre lo hace en la medida que despierta o conecta a quien se acerque al hecho cultural y lo que éste transmite. Ya sea observar una pintura, ver una foto, una obra de teatro o una película, leer un libro, un cómic o escuchar una canción o un disco etc., etc., etc., hay un factor en el espectador que hace que la experiencia sea variable: sus motivaciones y el tiempo.

El contexto en que se encuentra el espectador cuando aprecia ese trabajo es fundamental para generar esa relación. Y en parte la idea de esta nota es dejar algunos apuntes y preguntas al respecto.

Vamos a tomar de ejemplo una miniserie de 2022, que se vincula con un libro de 1963, que enlaza con un disco de 1972 y con una película de 1976, en la que además el actor principal es el músico que hizo el álbum mencionado: David Bowie.

Cronología:

En 1963, Walter Tevis, publica su libro El Hombre Que Cayó a La Tierra. Cuenta la historia de un extraterrestre que huye de una devastación nuclear en su planeta. Llega al nuestro con la intención de construir una nave para trasladar a los pocos habitantes de su mundo, Anthea, que aún sobreviven y así preservar su especie.

Este extraterrestre adopta el nombre de Thomas Jerome Newton y revoluciona el mundo con algunos inventos que surgen de sus conocimientos avanzados. Sin embargo, el contacto con los humanos, el desarraigo y la melancolía lo llevan al alcoholismo y a poner en peligro su misión. La novela genera una inversión del tema del invasor extraterrestre en aquellos años. Lo hace de un modo realista, cargado por la desazón de un existencialismo propio de su época, marcado por la posguerra y la Guerra Fría.

David Bowie sin lugar a dudas siempre estuvo muy vinculado a la ciencia ficción, no en vano su primer trabajo discográfico de 1969 se llama Space Oddity (Odisea Espacial) e incluye un tema del mismo nombre. Una pieza con una inquietante atmósfera semiacústica, lograda gracias al mellotron de Rick Wakeman. El título y la temática están inspirados en la película de Stanley Kubrick, 2001: Odisea Espacial y presenta al personaje Major Tom, que volverá años después a ser historia en el tema “Ashes to ashes”, de 1980.

En 1972 David Bowie presenta su primer alter ego musical en su disco The Rise And Fall of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars (El ascenso y Caída de Ziggy Stardust y Las Arañas de Marte). El álbum conceptual cuenta la historia de un extraterrestre de imagen andrógina que se convierte en estrella del rock. El disco comienza con Ziggy revelando a los habitantes de la Tierra que sólo quedan cinco años (“Five years”) para que su planeta desaparezca, por lo que decide convertirse en una especie de «mesías del rock» para salvarlo de la destrucción. Al final termina por abandonar sus objetivos víctima de su propio éxito, sus obsesiones y excesos. La estructura básica de la historia no difiere mucho de la novela de Walter Tevis. ¿Habrá sido influencia a la hora de desarrollar la historia y concebir el disco?

Pero las cosas no quedan ahí, en 1976 se estrena una versión cinematográfica de la novela, que con el tiempo tomó carácter de obra de culto, dirigida por Nicolas Roeg y con David Bowie en el papel principal. El film tiene algunas diferencias con la historia original; en éste, el extraterrestre llega a la Tierra en busca de agua para su planeta nativo, que sufre una sequía irreversible. Newton fracasa en la misión de salvar su planeta. Queda atrapado en la Tierra, solo y desesperado. En un momento dado, intentando superar la angustia de haber fracasado en su misión, trata de mandar un mensaje a través de unas grabaciones que espera sean transmitidas por la radio a su planeta natal. El enfoque de la película de Nicolas Roeg aporta una reflexión, con tonos de advertencia, sobre los recursos del mundo en un momento que en el contexto histórico se estaba viviendo una crisis energética global, no muy diferente de la actual.

El presente:

Casi cincuenta años después, en 2022 se estrena una secuela televisiva, basada en parte en la novela y en parte en la película, que vuelve a plantear muchas de las reflexiones de aquellas obras que la precedieron. La serie fue escrita por Alex Kurtzman y Jenny Lumet. El personaje principal, realizado por Chiwetel Ejiofor, es un nuevo alienígena, pupilo del primero que viene a la Tierra para localizar a su mentor y saber qué fue de él y de sus posibilidades de salvar su moribundo planeta. Bill Nighy interpreta una versión envejecida del Newton de David Bowie y Naomie Harris es Justin Falls, una científica retirada que se convierte en aliada del nuevo extraterrestre. Las actuaciones en general están muy bien, destacando especialmente la labor de Efiojor y el desarrollo de su extraterrestre llamado Faraday. La miniserie, que mantiene y reafirma reflexiones humanistas, está compuesta de diez capítulos y en cada uno de ellos sobrevuela el espíritu de David Bowie, ya que todos tienen nombres de sus canciones: 1) Hallo spaceboy (del disco Outside – 1995); 2) Unwashed and somewhat slightly (del disco Space Oddity – 1969); 3) New angels of promise (del disco Hours – 1999); 4) Under pressure (con Queen, en su disco Hot Space – 1982); 5) Moonage daydream (del disco Ziggy Stardust – 1972); 6) Changes (del disco Hunky Dory – 1971); 7) Cracked actor (del disco Aladdin Sane – 1973); 8) The pretty things are going (To hell) (del disco Hours – 1999); 9) As the world falls down (de la banda sonora de la película Laberinto – 1986); 10) The man who sold the world (del disco del mismo nombre de 1970).

Sumado a eso, en la escena final (disculpen el spoiler musical) suena “Five years” (del disco Ziggy Stardust – 1972), su letra se convierte así en corolario, dándole un excelente cierre.

En los aspectos visuales la serie es de una realización muy cuidada y detallista, con excelentes encuadres y fotografía. Lo único que se puede decir como demérito es que podría haber sido más breve. En algún punto se siente un poco enredada en algunas subtramas que estiran un poco y desinflan todo lo bueno que ésta plantea. Aun así, nada impide considerar a “The Man Who Fell to Earth” (El hombre que cayó a la Tierra) como un gran ejercicio de ciencia ficción que expande y actualiza la historia original.

Algunas preguntas:

Surgen después de terminarla, ciertas cuestiones: ¿Puede verse y disfrutarse del mismo modo si no se conoce nada de la historia anterior? Diría que sí ¿Es necesario haber leído el libro, visto la película o conocer la obra de Bowie para entenderla o disfrutarla? Creo que no, cada obra de las mencionadas es independiente entre sí, y puede entenderse y disfrutarse de forma individual. Pero, cuando una pieza de un enorme puzzle temporal conecta y genera ramificaciones, nos permite ver un panorama más completo, más duradero, de las ideas que la sustentan. Una serie de obras interconectadas a través del tiempo puede movilizarnos de otra forma, es como si el entorno se convirtiera en un mosaico, que le da una nueva dimensión a todas las partes que la integran. Así la información a través de estos ejes culturales y temporales distintos, casi invisibles, puede dejar de ser parte de una sobredosis de comunicación, para convertirse en un espacio de pausa para pensar. ¿Qué inquietudes mueven a los artistas a concebir su trabajo, de qué modo, las diferentes expresiones artísticas se retroalimentan y nos dan nuevas sensaciones sobre hechos similares? ¿De qué forma el entorno influye en el creativo que decide adaptar esta obra y no otra? ¿Se puede ver a través de ellas un desarrollo de las tribulaciones y miedos humanos a través de todo este tiempo?

Nunca leí la novela, esto me da la curiosidad necesaria, el empujón que faltaba para buscarla y acercarme a ella. Del mismo modo, a quien sólo haya visto la serie, quizás lo lleve a buscar las obras anteriores aquí mencionadas y eso le deje expandir la experiencia.

En definitiva, de esto se trata humildemente Redes Comunicantes, o a eso apunta: arrimar a quien lea estos desvaríos a otras perspectivas que motiven y enriquezcan. Así, en un tiempo que apunta más a un exceso de ruido informativo que a espacios para dedicarle un pienso, generar esa pausa.

Gustavo Aguilera