Testarudos Band En Ras Bar (4/11/22)

Una de las formas de alcanzar el zenit de la vida con el objetivo claro de tener un pasar disfrutable por este plano, es no perderse las pocas oportunidades que esta jodida vida nos ofrece de momentos que dejarán una marca significativa en nuestro patético existir. Eventos que te signifique saltar de tu cómodo sofá donde ves pasar tu vida enfrentado a “El Precio Justo”, “Gran Hermano” o a “100 Uruguayos Dicen” y que por el contrario, redunden en poder saborear ese gustito a sal y pimienta del estar vivo.

La tarea entonces, no siempre sencilla, es descubrir cuáles son esos instantes únicos que la vida nos pone delante para poder deleitarnos al máximo con las pocas cosas de suma calidad que se nos presentan. Sin lugar a dudas, uno de estos acontecimientos fue al que la vida me enfrentó el viernes 4 de noviembre en las instalaciones de Ras Bar, sito en Av. Gral. Rivera esquina Llambí, en Montevideo.

Ya de por sí el boliche resulta muy acogedor para pasar un largo rato de goce para todos los placeres, dado que está muy ambientado, es cómodo, tanto para pasar solo (como el caso de uno acodado a la barra) en pareja o con grupos de amigos. Allí, entre manjares de minutas, pizzas, especialidades gourmet y un sin fin de tragos y cervezas artesanales, más el hecho que es un lugar en donde el responsable del mismo y barman lleva puesta una remera de AC/DC, no hay posibilidad para que lo único que te suceda sean todas cosas buenas.

Falta un solo aliciente para no justificar el salir corriendo por la Av. Gral. Rivera a los gritos de: “¡¡¡Soy felizzz !!!, le vi la cara a Dios” sin que las fuerzas del orden público te detengan por subversivo, y es el hecho de tener que quedarte sentadito y tranqui para no perderte de escuchar un buen rock en vivo. Y para esa tarea se pusieron de pie y frente a todos los presentes los Testarudos Band.

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El dúo, conformado por Leo en guitarra, coros y caja de sonidos, más Nando en voz, se pusieron al hombro la tarea de armonizar la noche con el objetivo de crear un lindo ambiente y hacernos pasarla bien. Con una hora y poco más de música interpretada por estos muchachos, el resultado obtenido es como un fin de semana en un spa al cual llegás torcido como “tortuga asmática con artrosis” pero salís pleno y rejuvenecido como quinceañero en una noche de nuestra querida ciudad canaria del amor fugaz.

Con su canción de apertura, de nombre homónima, la banda se presenta a sí misma y describe un poco a sus integrantes en particular, también. El show continúa con una serie de covers de rock argentino y de España, con versiones que gratamente te dejan sorprendido dado que llevan el sello y la impronta que la banda sabe plasmar. Clásicos, temas conocidos en nuestro país tocados a ritmo de rock y hasta de punk, como son “Cadillac solitario” (Loquillo), “Milonga errante” (Buitres), “Fantasma de Canterbury” (Charly García) o “10 años después” (Andrés Calamaro). Los Testarudos los versionan en un tiempo más lento, logrando así la sorpresa de quien los escucha, ya que por fin logramos conocer una modalidad distinta para estas canciones, lo que demuestra la calidad de músicos que son y cómo pueden trastocar un tema, interpretarlo a su manera y dejarte atónito con lo que estás escuchando.

Tuvimos más covers como “Juntos a la par” y “Un viejo blues” ambos de Pappo, “Corazón de león” de Sabina y Calamaro, “Soy” de los argentinos Cruzando el Charco o “Blues del equipaje” de La Mississippi, además de aprovechar la oportunidad para presentarnos un tema propio llamado “En tu próxima vida”.

Como si lo vivido hasta ese momento hubiese sido poca cosa, la banda en cierto momento, sobre el final del show, se juega el as de la manga y presenta a la pareja de Nando, la Sra. Patricia, quien tímidamente se acerca, sigilosamente y con suma tranquilidad (mas no sean estos epítetos equivocados, dado que estamos por descubrir a la verdadera “loba disfrazada de corderito”).

Hete aquí que la dama en cuestión viene a interpretarnos una versión del tema de Laura Canoura, “Al sur de tu corazón”, en donde debo manifestar que creo que desde mi noche de bodas o desde alguna recorrida por la ciudad canaria del amor efímero, que no sentía lo que sentí. Patricia comenzó a cantar con una fuerza, un vozarrón, y una energía que se te arrollan las medias y se te paran los vellos de la espalda. Quien apareció con un andar tranquilo y sin sobresaltos, es la Sra. Patricia, pero luego que empezó a cantar y te invitó a transcurrir por la canción juntos, es quien te va hacer sentir sobre tu pecho toda la fuerza de sus cuerdas vocales, su enorme actitud al cantar y la estrepitosa energía que desprende de una magnitud, que deja como unas caricias lo que le regaló Montero al italiano Toti o nuestro nunca bien ponderado Lembo al rostro del muñeco Gallardo en célebre partido de fútbol de ambas selecciones nacionales. Una lástima que Patricia no se decida a dedicarse de lleno a este tipo de canto de rock y blues, ya que sin dudas es una gema pura y/o un pozo de petróleo imposible de fundirse aún con la gestión de Sendic.

En definitva, una noche épica donde todos los sentidos entraron en acción y fueron puestos en alerta ante un sin fin de activadores positivos direccionados hacia el destino de la felicidad y el regocijo. Y aunque te sea difícil de creer, todo esto lo lograron tan solo un dúo de personas: Los Testarudos Band. Si no me creés, te desafío a que lo vivencies por ti mismo en una próxima oportunidad en que la banda actúe. En lo que a mi respecta, prontamente volveré.

Tomás Cámara