Cualquier forma de totalitarismo (rojo o negro), lleva en su germen un terror pánico a la libertad. Ejemplos lamentablemente sobran en la historia humana y sea bajo el signo que sea, la libertad es la primera victima de regimenes de este tipo. Esta es la historia de una guerra que duró unos 12 años, entre los Punks y el Estado «Democrático» de la Alemania del Este.
Las autoridades políticas y policiales vieron en el Punk no sólo una influencia negativa procedente de Occidente, sino también una amenaza, la mayor, para la juventud del país y se enfrascaron en una guerra para eliminarlo. También durante esa guerra, sin casi saberlo, este Estado autodenominado «Antifascista» acunó en su seno al enemigo batido en 1945, que resurgió con fuerza tras la caída de esa «Democracia Popular».
1 – Punks
En el verano de 1977 y gracias a una revista traída por el primo de un amigo desde la Alemania Occidental, Britta Bergmann, una joven adolescente de 15 años de edad que iba a ser conocida como Major, iba a descubrir a Sex Pistols, y se iba a convertir en la primera punk de la RDA.
BBC Radio iba a ser el primer medio a través del cuál los alemanes y las alemanas del Este iban a descubrir el punk en aquel 1977. Estas emisiones radiofónicas llegaban a territorio alemán para ser escuchadas por los soldados británicos que estaban desplegados desde la II Guerra Mundial. Tanto la BBC como Radio Luxemburgo se podían sintonizar en toda la RDA, salvo en alguna zona de Dresden y alrededores.
Major comenzó no sólo a escuchar esta nueva música decadente llegada de occidente, también empezó a cambiar su estética, incluyendo en su ropa frases como “Soy una enemiga del estado”, que llamaron la atención tanto de sus profesores como de las propias autoridades policiales de la RDA.
En mayo de 1978, y con 16 años de edad, fue interrogada por primera vez en comisaría, mientras que a finales de agosto de ese mismo año, la Stasi abría expediente siguiendo las instrucciones del teniente Müller, que consideraba a Major como una “peligrosa enemiga del estado”. Era la primera punk de la Alemania del Este también a la hora de inaugurar el archivo de este órgano de inteligencia de la antigua RDA. La escena punk en la RDA fue verdaderamente underground y clandestina debido a la presión policial sobre el movimiento que se intensificó desde 1982 y fue especialmente dura y represiva durante 1983 y 1984.
Las primeras bandas punk de la Alemania del Este aparecieron en Berlín Oriental, Leipzig y Weimar. Los principales grupos de la primera ola del punk de la RDA fueron Planlos, Namenlos, AuSSchlag, Wutanfall o Schleim Keim, por citar algunas bandas de referencia.
Los primeros conciertos se desarrollaron en garajes y pisos, pero posteriormente, la escena punk iba a encontrar refugio en las iglesias luteranas. Estos lugares se mantenían a salvo de las redadas y detenciones por parte de la policía, y funcionaron como centros de acogida para movimientos de oposición al gobierno de Erich Honecker. Podían ser parados o detenidos al entrar o salir de la iglesia, pero nunca dentro, por lo cual fueron lugares adecuados para albergar conciertos de estas nuevas bandas.
La mayoría de estos grupos no llegaron a grabar en aquellos días. No tenían acceso a los medios, mayoritariamente en manos del Estado y de su sello oficial, Amiga. Muchas de sus grabaciones fueron realizadas durante los conciertos y distribuidas a través de cassettes clandestinos que iban pasados de mano en mano.
El seguimiento y persecución de los y las punks en la RDA no fue una cuestión prioritaria para la Stasi hasta 1982, cuando así lo ordenó su director, Erich Mielke. Sin embargo, el hostigamiento por parte policial había sido una tónica habitual para ellos. Las detenciones caprichosas y visitas rutinarias a comisaría formaban parte de la vida cotidiana de los punks más reconocibles estéticamente en la Alemania del Este.
Desde principios de la década de los ’80s, la presencia en la calle de los punks fue más visible a pesar de no ser mayoritaria. Según un informe de 1981 elaborado por la Stasi, en la RDA había aproximadamente menos de un millar de punks (800) y otros 10.000 simpatizantes. En ese momento, la división política de Kriminalpolizei, (K1) y la Stasi, responsable de controlar toda actividad política clandestina, intervinieron para instituir una política coordinada de represión sobre el movimiento punk que se consideraba que estaba auspiciado desde la República Federal Alemana.
Tras la actuación de K1 y Stasi, unos 250 punks se vieron obligados inmediatamente a firmar documentos en los que se identificaban como potenciales elementos criminales. Trabajando en conjunto con la Stasi, el K1 buscó resolver el problema punk eliminando a los punks de la esfera pública. Implementaron una prohibición general de los punks en bares, cafeterías, restaurantes y clubes juveniles. Y dejaron en claro que cualquier establecimiento atrapado ignorando la prohibición, podría perder su licencia. Por otra parte, muchos punks recibían llamadas regulares de las estaciones de policía, donde se les preguntaba sobre sus creencias políticas, los lemas escritos en sus insignias y ropas, y su círculo de amistades.
En 1983, el jefe de la Stasi, Erich Mielke, da la orden de romper el movimiento, lo que supuso el punto álgido de una ola de represión. Los punks son criminalizados, reclutados en el ejército o presionados para abandonar la escena. Algunos de ellos también son deportados a la RFA. La presión se hace más fuerte en las calles con mayor número de detenciones para verificar datos, interrogatorios en comisarías, palizas e incluso cortes de cresta. Además aumenta el número de infiltrados en la escena, incluyendo a miembros de grupos para recabar información sobre el movimiento. Sin embargo, esto no amedrenta a las bandas que sigue escribiendo canciones críticas con el estado de la RDA.
Un escarmiento ejemplar se hace con la banda berlinesa Namenlos. Se les acusa de «agitación antiestatal» y «letras subversivas»; sus miembros fueron encarcelados por un año y medio. La represión no sólo afecta a los músicos; simpatizantes de Namenlos de la ciudad de Leipzig fueron sentenciados a 12 meses de cárcel por hacer pintadas en favor de su libertad.
Para 1984 la primera ola del punk de la DDR está destruida, aunque de sus cenizas empiezan a surgir nuevos proyectos, como es el caso de L’Attentant en la que militaban dos ex Wutanfall. Curiosamente, dos de los miembros de Wutanfall fueron informantes de la Stasi, según luego pudo saberse.
2 – Nazis wieder in Ost Berlin
Nazis wieder in Ost Berlin» («Nazis otra vez en Berlín Este») es el título de una canción de Namenlos que les trajo problemas con las autoridades y policía de la RDA. Sin embargo, a pesar de estar dedicada al estado de la Alemania del Este, la canción se adelantaba en el tiempo a lo que iba a suceder durante los últimos años del gobierno comunista en Alemania Oriental y, sobre todo, anticipó lo que iba a acaecer en estas regiones tras la caída del Muro, con sonados disturbios y ataques neonazis a inmigrantes como los de Hoyerswerda en setiembre de 1991 o en Rostock, en agosto de 1992.
El término fascista era un insulto al gobierno socialista de la RDA, ya que en su constitución se declaraba como estado «Antifascista». Sin embargo, lo cierto es que desde mediados de la década de los años ’80, los simpatizantes del nacionalsocialismo comenzaron a mostrase públicamente, especialmente entre el movimiento skinhead y hooligan de la Alemania del Este.
Durante estos años, los skinheads ultraderechistas y otros simpatizantes ultras de la RDA fueron agrediendo a extranjeros, punks e, incluso, la propia Policía. Sin embargo, desde las autoridades se intentó camuflar estas agresiones como «vandalismo» a pesar de que la Stasi comenzó a prestar atención al fenómeno desde 1983.
La iglesia de Zion, en Berlín Este, acogió un concierto con Die Firma, (quienes también espiaron para el Estado) y Element of Crime en 1987. A la conclusión del concierto, un grupo de unos 30 skinheads nazis atacaron a parte de los asistentes que se había congregado en la iglesia al grito de «¡Sieg Heil!», «¡Judíos fuera de las iglesias alemanas!» y «¡Cerdos comunistas». El ataque fue realizado por un grupo de skinheads llamado Ostkreuzers, que se había originado en la propia escena punk. De forma clandestina, en aquellos años se habían constituido otras organizaciones fascistas, como Lichtenberger Front, NS-Kradstaffel Friedrichshain, Gubener Heimatfront, Wotansbrüder o Weimarer Front.
Entre octubre de 1987 y enero de 1988, se iniciaron investigaciones contra unos 108 skinheads. Varios fueron condenados, como los autores del ataque contra la iglesia de Zion. En las altas instancias del Estado hubo un debate interno que llevó al gobierno el 2 de febrero de 1988 a aplicar una política de detención de «todos los fenómenos del neofascismo».
El Ministerio del Interior fundó un «Grupo de trabajo Skinhead» y lo insertó dentro de la policía criminal. El jefe, el teniente coronel Bernd Wagner, fue el encargado de realizar un análisis de la situación y recomendar estrategias de represión. Pero Wagner y sus colegas sabían que ya no estaban lidiando con un fenómeno juvenil fugaz. Lo que estaba sucediendo bajo sus ojos era un proceso que amenazaba a la sociedad en su conjunto.
Los estudios realizados por el grupo de trabajo skinhead de Wagner junto a otros análisis realizados por el Instituto Central de Investigación de la Juventud de Leipzig, arrojaron algunos resultados sorprendentes para el estado:
- 2% de la juventud de la RDA formaba parte de la escena skinhead neonazi
- 4% de la juventud de la RDA simpatizaba con el nazismo
- 30% de la juventud de la RDA aprobaba las actividades de la ultraderecha
- 12% de la juventud de la RDA pensaban que el fascismo tenía «cosas buenas» y creían que Hitler había buscado lo mejor para el pueblo alemán
Las tribunas de los estadios de fútbol de la RDA dieron cobijo a muchos de los skinheads nazis. El club de la Stasi, Dynamo Berlin, no fue ajeno a ello. Un disidente llamado Vera Lengsfeld convocó a los simpatizantes nazis a ocupar el córner derecho de uno de los fondos. Desde allí celebraban los goles locales realizando el saludo nazi.
El incremento del número de skinheads en las gradas de los estadios de la capital, Leipzig, Halle, Rostock y otras ciudades, fue palpable durante la temporada 1987-88. En julio de 1988, la Stasi consideraba que unos 30 seguidores del Unión Berlín eran skinheads militantes. Un mes antes, con motivo de la Final de Copa entre el Dynamo Berlín y Carl Zeiss Jena, se produjeron los incidentes más graves de la historia del fútbol de la RDA. Entre 100 y 150 skinheads y hooligans marcharon al estadio cantando canciones nazis y realizando agresiones.
Antes de la conclusión del proceso de reunificación alemana, en abril de 1990, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Hitler, los seguidores del Dynamo Berlín empezaron a cantar canciones neonazis durante su partido contra el Hansa Rostock. Posteriormente hubo graves incidentes que se saldaron con más de un centenar de heridos y detenidos.
Bajo este clima de auge del fascismo y la xenofobia en los estados pertenecientes a la ex RDA, un fenómeno que también afectaba a la RFA, en 1990 se forma el primer partido de extrema derecha de la Alemania del Este, Alternativa Nacional. Este rebrote nazi se explica en cierta forma por la gran afluencia de refugiados a Alemania en proceso de reunificación y al contraste entre el Este y el Oeste del país. Un Oeste pujante, europeísta, capitalista y cosmopolita, se unía a un Este retrasado, pobre, gris, encerrado en sí mismo y socialmente homogéneo. El shock que produjo en todo nivel ese proceso reunificador, condujo a la gente del Este a un desplazamiento hacia el otro extremo del arco político y a la exacerbación del sentido nacional, y si bien no todos hacían ese pase a la ultraderecha, sí toleraban esa xenofobia naciente, porque no estaban habituados al extranjero, al distinto. Al día de hoy, esa es una pelea que se sigue dando en todos los ámbitos de la sociedad alemana en pos de la integración.
Esta guerra llevada a cabo por un Estado contra los punks, no sólo terminó en derrota para ese Estado, sino que produjo problemas que todavía hoy continúan pendientes.
Leo Peirano
Fuente : https://www.antifa-nazis-ddr.de/