Apuntes Para Una Biblioteca De Rock I

Rastros de Carmín de Greil Marcus

Hoy en Redes Comunicantes empezamos un espacio diferente. Un espacio dedicado a comentar libros de rock. Creo que todo buen escucha o cultor del rock merece estar bien informado. Una canción, un disco, la obra de un artista o una banda, tiene un contexto y habitualmente una buena historia detrás, que nos permite dimensionar en su justa medida el valor de este trabajo. En estos momentos hay una gran diversidad de libros dedicados a la música rock que son excelentes y aportan un montón de información que acompaña y enriquece la comprensión y el disfrute de casi todo lo que uno elige escuchar. Muchos de estos libros son además una mirada social o histórica sobre un tiempo y un lugar.

En mi caso personal, hay dos autores que considero referentes en estos terrenos, uno es Simon Reynolds y el otro es Greil Marcus, este último, al que conocí leyendo la Rolling Stone, es un periodista y crítico musical estadounidense.

Además de su participación en esta revista, tiene publicados una gran variedad de ensayos literarios sobre música rock, que abarcan otros entornos y conectan con aspectos políticos y culturales. Uno de sus grandes trabajos es el elegido para inaugurar este espacio: Rastros de Carmín. Una historia secreta del siglo XX. Publicado en 1989, apareció en español por primera vez en 1993.

Tomando como punto de partida el nacimiento del punk, Marcus, hace un viaje al pasado donde conecta una sucesión de movimientos culturales y artísticos que aparentemente no dejaron huella en el tiempo. Él se toma el trabajo de marcar los diferentes puntos y conexiones invisibles que unen esa línea histórica, desde diferentes enfoques culturales y filosóficos. Genera así un interesantísimo relato que va desde los herejes medievales al dadaísmo surgido luego de la Primera Guerra Mundial y desde la Internacional Situacionista, fundada a fines de los años ’50, hasta llegar a los Sex Pistols.

Este párrafo es una muestra de lo que contiene este libro: La sensación de riesgo que uno puede oír en el punk es la desconfianza hacia la propia coyuntura de ese movimiento. Es la voluntad de decirlo todo surcada de la sospecha de que puede que no valga la pena hacerlo. Nadie sabía de dónde procedía esa oportunidad, nadie sabía qué resultaría de todo aquello, sólo que no podía durar. El rock‘n’roll apenas había pronunciado su nombre en los cincuenta, cuando Danny and The Juniors anunciaron que el “Rock and Roll is here to stay” (El rock and roll está aquí para quedarse); en el punk no hubo ninguna canción así. El punk no estaba allí para quedarse. El punk no era un filón a explotar, no importaba cuántas artimañas comerciales tramara Malcolm McLaren, no importa cuántos antiguos fans de los Sex Pistols llegasen a la fama y el éxito internacional con la New Wave. Esta era una expresión acuñada no para el punk carente de conmoción, sino para el punk carente de significado. El punk no era un género musical. Era un momento en el tiempo que tomaba forma como un lenguaje que preveía su propia destrucción, persiguiéndola algunas veces, buscando que podía llegar a decirse sin palabras ni acordes. No era historia. Era una oportunidad para crear acontecimientos efímeros que sirviesen de juicio a todo lo que viniera después, acontecimientos que juzgarían todas las futuras deficiencias. También eso era el significado de no-future.

Así es todo el texto: polémico, corrosivo, crítico y sobre todo excelentemente fundamentado en todos los aspectos que se desarrollan en el libro. Un trabajo apasionante acerca de movimientos culturales y artísticos, que a contracorriente de la historia, presentaban un cambio radical, un estallido de violencia que sacudía los cimientos de su tiempo para luego desaparecer.

Para Marcus el punk no fue tanto un fenómeno musical como un movimiento social, una corriente de pensamiento espontáneo que atacó las mismas raíces de la sociedad que le había dado origen. Así recorriendo la historia en general y la historia del rock en particular, desarrolla su concepto de una forma atrapante que no dejará a ningún lector indiferente.

En próximas entregas habrá más libros de este gran escritor, con una extensa obra iniciada en 1969 y que editó material hasta 2015, dejando un enorme legado a la cultura del rock.

Gustavo Aguilera