Deicide – Legion (1992)

Retomando nuestra ya clásica sección “Ayyyy, Roberto, qué bien te caben los 30…”, pondremos en esta oportunidad nuestra mirada, o más bien nuestra pluma o nuestros oídos, en el recordatorio de otro disco editado en aquel 1992 y particularmente del mes de junio. El disco en cuestión es el Legion, segundo LP de la banda Deicide, provenientes de la zona de Tampa Bay, Florida, USA. A pesar de ser un mes veraniego para dicha zona del planeta y de ser el epicentro del death de los ’90 con bandas como Death, Nocturnus, Atheist, Cynic, Monstrosity, Obituary, Morbid Angel, Cannibal Corpse, entre otras, el disco es bastante oscuro en su sonido y en su temática, siendo más digno de un invierno escandinavo que de las tropicales temperaturas del estado de la Florida.

Este fue el disco que puso a Deicide en la escena del metal y los catapultó a la palestra mundial. Es por el disco que conocí a la banda (al igual que muchos) a pesar que el grupo ya tenía editado su primer disco homónimo, más dos EPs en la etapa anterior de la banda cuando se llamaban Amon.

Es un disco esencial para quien decida adentrase en el oscuro sub mundo del death, y a su vez pertenece a esa magistral trilogía que para el grupo es la base de su fortuna. Los tres primeros discos de Deicide son en sí mismos un pilar tanto para ellos mismos así como para el estilo y los fanáticos. Son como esa tríada fantástica que se conforma con un “chorizo, chimichurri y pan”, o esa de “asado, tomate y lechuga”, o “capelettis, caruso y queso”, o aquella de “flan, dulce y leche” (bua… quedó media tirada de los pelos esta última, pero se entendió).

Ustedes dirán: “Pobre muchacho, siempre ejemplificando con comidas, así estará”. Y sí, les doy la razón. Sucede que una de las pocas cosas que me da placer en la vida es satisfacer los gustos a través de mis orificos corporales naturales a los cuales les alcanza el brillo solar. A los que no, seguirán ocultos en sus recónditos lugares. Por alguno de estos orificios escucho rock, por otros, olfateo deliciosos aromas y por otro, degusto grandes manjares. ¡¡¡¡Eso es vida!!!! En fin… volvamos al disco de estas líneas.

El Legion es un álbum que vendió poco más de 400.000 copias, siendo ésta una de las más altas marcas para un disco de metal extremo, lo que posiciona a la banda segunda dentro de este ranking, superada únicamente por Cannibal Corpse, quienes ya venían con años en la escena. Por esta razón, este hecho también para Deicide resulta muy auspicioso.

El disco en general mantiene la línea fijada por su precursor y que será por años el estandarte del grupo. Un par de guitarras distorsionadas con sonido duro, seco sin eco, una batería con mucho blast beat y un bajo fuerte que le dan cierto color al sonido. Las canciones son breves, poseen cortes abruptos y varias transiciones. Esto permite que las voces se destaquen, siendo la tarea de Glen Benton una actividad magistral dado que interpreta dos muy distintas tonalidades: una profunda y gutural y la otra chillona y aguda como si se estuviese torturando a una persona.

La placa abre con “Satan spawn… the caco-daemon”, la cual inicia con unos sonidos de ambiente de un rebaño de ovejas y una voz de ultratumba que vocifera maldad. El tema de apertura te da una idea más de canción thrash que death, hasta que, claro, Benton empieza con su predica referente al engendro de Satanás, los cacodemonios, espíritus malignos y demás sinónimos que maneja en su maléfico vocabulario.

Podés tener un real acercamiento al infierno cuando en ciertos pasajes del disco escuchás al unísono ambas voces, lo que resulta verdaderamente impactante, según disfrutarás en “Dead but dreaming”. A su vez, Benton es minucioso a la hora de cantar y elegir el momento para cada una de las tonalidades, como se puede disfrutar en “Holy deception”, una auténtica joyita que te atrapa por ese tumulto de sonidos que llevan a sorprender.

Los blasts beats aparecen claramente cuando explota “Trifixion”, la cual tiene reminiscencias de Cannibal Corpse, también en su prédica en cuanto al sufrimiento del cuerpo por una intervención quirúrgica de cortar los tejidos blandos, y para el caso, refiere al sufrimiento de ver flagelar y morir el cuerpo de Cristo.

Pero si te gusta el death de los ’90 estarás servido con “In hell I burn”, siendo el tema que más rápido supo adaptarse a los momentos que se vivían por aquellos años. La fórmula del éxito que nos ofrece este disco es simple: batería apaleada, ritmos envolventes, bajo que se toca con un grado bastante técnico, complementariedad de guitarras, alternancias entre grandes explosiones y partes de headbang que heredaron toda la ola de metal extremo de la segunda mitad de los ’80, magníficamente perceptibles.

Finalmente, Legion es considerado por los propios miembros de Deicide como su álbum más caótico que ofrece elementos ocultos y un sonido que está oscuro y contundente. La influencia directa de Legion así como su contenido abiertamente satánico, aporta desde el aspecto escandaloso hasta el gesto con la cruz invertida en la frente de Glen Benton, (la cual debió sopletear como nueve veces para que le quedase marcada) y han permitido que éste se alce, como en su momento fue con Cannibal Corpse, como un referente del metal extremo, lo cual adentrados ya en este siglo XXI, continua marcando a Deicide como reinante de la maldad en el metal.

Esténse atentos, porque están por volver a la Argentina con un show pospuesto por la pandemia y luego de que vinieran en oportunidades anteriores, en una de las cuales pude disfrutarlos, como les dije anteriormente, con todos mis orificios corporales a la vista.

Tomás Cámara