En la tierra natal de Gandhi se cocina hace tiempo un coctel muy peligroso. Sus ingredientes: Música Pop, Bollywood, Integrismo Hindú, Xenofobia y Violencia. En YouTube a veces, durante sus espacios publicitarios, aparecen cantantes hindúes o canciones hindúes que nos pueden parecer simpáticas y exóticas por nuestro desconocimiento del idioma y las costumbres. Pero bajo ese manto pop hay algo más oscuro. He aquí su historia.
El extremismo religioso es un fenómeno que se puede dar en todas las religiones del mundo. Conocemos bien las consecuencias de las guerras religiosas, de la intolerancia y de los discursos de odio. En el imaginario colectivo no es complicado dibujar un perfil de persona intolerante en el cristianismo, el islamismo o incluso en el judaísmo; sin embargo, nos es más complicado imaginar un monje budista intolerante.
Esto se debe a la mitificación que hemos construido en torno a las religiones del lejano oriente, viéndolas como centradas en la paz interior, la dieta vegetariana y la meditación. Lo cierto es que ninguna religión está exenta del fanatismo y, en el caso de la India, es especialmente virulento.
Antes de comenzar con la descripción del radicalismo religioso en la India, es necesario aclarar que los ciudadanos de la India son indios y los seguidores de la religión mayoritaria son hindúes, ya que es común confundir ambos conceptos. La hindutva puede traducirse como «hinduidad» (no confundir con hinduismo) y es una forma de radicalismo hindú que busca que la India sea un Estado-Nación exclusivo para los hindúes.
India es un país donde conviven el hinduismo, el islamismo, el cristianismo, el budismo y decenas de religiones minoritarias. En efecto, el hinduismo es la mayoritaria, pero en un país de 1.400 millones de habitantes, las religiones “minoritarias” pueden tener tantos seguidores como habitantes tienen España o México.
La India contemporánea fue fundada en las bases de la democracia, el socialismo y del secularismo, según recoge la constitución de 1949. Lo cierto es que la realidad política y social refleja un país que no ha encajado el principio constitucional de la secularidad.
La llegada al poder del Partido Popular Indio (Bharatiya Janata Party) de ideología hindutva ha puesto en peligro no sólo los principios constitucionales de democracia o la secularidad del Estado, sino que también ha fomentado la conflictividad religiosa dentro de la India.
La ideología hindutva tiene sus orígenes a comienzos del siglo XX y fue inspirada por los movimientos fascistas europeos, en especial, el nazi. Los padres de la ideología fueron Savarkar, Hedgewar y M.S. Golwalkar, fundadores de la Organización de Voluntarios Nacionales (Rashtriya Swayamsevak Sangho RSS).
La concepción de nacionalidad que vincula la pertenencia a una sociedad a hablar la misma lengua, tener una determinada descendencia o estar comprometido con los valores cívicos de una comunidad política, está alejada de la concepción que los hindutva tienen sobre la nación.
Savarkar en su libro “Hindutva: ¿Quien es Hindú?”, menciona a los sanatanistas, los satnamistas, los sikhs, los arios, los anarays, marathas, madrasis, brahmins, panchama y a los hindúes como parte de la hindutva. Traza una línea que separa “lo nuestro”, siks o budismo, de “lo de fuera”, cristianismo (considerados una extensión de Occidente) y el Islam.
En su obra, Savarkar defendía la equivalencia de los conceptos pitribhumi (tierra ancestral) y punyabhumi (tierra sagrada), concluyendo que solamente las religiones surgidas en territorio indio eran nacionales (budismo, jainismo, sijismo, hinduismo, etc.). Por ende, los creyentes que tuviesen sus lugares santos originarios fuera del país (todos aquellos que orientan sus rezos hacia la Meca o Jerusalén) resultarían sospechosos en sus lealtades patrias. Esta idea es el pilar ideológico del nacionalismo hindú y la que orienta sus discursos y acciones.
Especialmente apunta a los musulmanes como los invasores, los enemigos históricos de la nación hindú. Que los musulmanes llegaran a la India en el siglo VIII y que constituyan el 14% de la población de la actual India, es irrelevante para los nacionalistas hindúes; su proyecto político es de limpieza etnoreligiosa. La India para los hindúes, el resto son potenciales traidores y no son de fiar.
Todo este entramado hindutva, está formado por partidos políticos, medios de comunicación, redes sociales, shakhas, escuelas, series, películas y hasta canciones. Este empleo de las herramientas de soft power ha demostrado su eficacia al convertir un movimiento que era residual en hegemónico y llevar a todas las instituciones del Estado a estar controladas por miembros afines a la hindutva.
El Pop Hindú
“Insaan nahi ho saalo, ho tum kasaayi; Bahut ho chuka hindú-musulmán bhai bhai” – «No son humanos, son carniceros; ya es suficiente de hermandad hindú-musulmana». Estas son las letras de un ‘bhajan’ (canción devocional) que el cantante Prem Krishnavanshi publicó hace unos tres años y ha sido visto miles de veces desde entonces.
La canción de Krishnavanshi es parte de una nueva cultura de masas en la India, donde grupos supremacistas hindúes difunden canciones anti-musulmanas en mitines, principalmente en lo que se llama los estados del norte del “cinturón hindi”.
Se pueden encontrar docenas de videos musicales de este tipo en YouTube y otras plataformas, y los partidarios de la extrema derecha hindú los comparten por sus mensajes de odio, abuso e incluso amenazas de genocidio dirigidos a la minoría musulmana.
Krishnavanshi, un ingeniero graduado de Lucknow, capital del estado de Uttar Pradesh, quería ser cantante de Bollywood. Pero era y es un medio demasiado competitivo. Así que recurrió a espectáculos y eventos en vivo para ganarse la vida.
El punto de inflexión llegó en 2014 cuando el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata (BJP) llegó al poder. La llegada de un nuevo gobierno encabezado por el primer ministro Narendra Modi, vio una polarización sin precedentes en la sociedad con ataques en contra de las minorías de la India, principalmente musulmanes, que se convirtieron en un asunto casi diario desde entonces. En tal escenario, los productos culturales como la música, la poesía y el cine, también se convirtieron en las herramientas sobre las que se sustenta esta política del odio.
En los últimos tiempos, India fue testigo de violencia religiosa en varios estados durante los festivales hindúes, cuando los grupos de derecha realizaron marchas en barrios principalmente musulmanes y tocaron música a todo volumen mezclada con letras islamofóbicas fuera de las mezquitas.
Krishnavanshi canta en los idiomas hindi y bhojpuri. Su base de seguidores se encuentra principalmente en Uttar Pradesh, el Estado más poblado de la India con casi 205 millones de habitantes, gobernado por el monje hindú con túnica azafrán del BJP, Yogi Adityanath, conocido por su retórica y políticas antimusulmanas. En muchas de sus canciones, Krishnavanshi sugiere que los musulmanes son “antinacionales que se deberían ir a Pakistán”. Una de sus canciones dice: “Los musulmanes eventualmente obligarán a los hindúes a rezar si no despiertan pronto”.
Pero el cantante afirma que no son canciones de odio: “No creo que mi música sea islamófoba. Mi música representa la verdad y si alguien piensa que es islamófobo, no puedo evitar que se sienta así”, dijo a la cadena Al Jazeera.
Recientemente, el gobierno de Uttar Pradesh le otorgó un premio por una canción alabando al primer ministro de línea dura del estado, Yogi Adityanath. Muchas de estas canciones también son tributos a políticos nacionalistas hindúes como Modi, Adityanath y otros importantes líderes del BJP.
Las canciones también hablan de los mogoles y otros gobernantes musulmanes del subcontinente, llamándolos “invasores” que difunden el Islam a través de la violencia y las amenazas. Sus videos musicales presentan a hombres hindúes luciendo bermellón en la frente y blandiendo espadas, tridentes y pistolas.
Nacida en una familia de clase media en Bhopal, la capital del estado de Madhya Pradesh, en el centro de la India, Laxmi Dubey creció escuchando canciones devocionales hindúes de su difunto abuelo, que era músico. En ese entonces, solía cantar canciones de hermandad musulmana-hindú y convivencia religiosa en eventos escolares.
Dubey, de 31 años, comenzó su carrera como reportera de medio tiempo en un periódico local. Pero, al igual que Krishnavanshi, las cosas cambiaron para ella con el ascenso de Modi como primer ministro en 2014. “No pertenezco a ningún partido, pero agradezco a Modi todo lo que ha hecho por los hindúes”, declara.
Cuando Dubey actúa con bermellón en la frente y una guirnalda de caléndulas alrededor del cuello, los oyentes disfrutan de sus canciones de “pop hindutva”. Una de las canciones más populares de Dubey dice: “Agar Hindustan mein rehna hoga, To vande mataram kehna hoga” (Si quieres quedarte en la India, alaba a la patria).
“Vande Mataram”, una canción escrita en bengalí sánscrito por el escritor Bankim Chandra Chatterjee, es patrocinada por la derecha hindú por su imaginería nacionalista que se basa en gran medida en el panteón religioso hindú.
Brahma Prakash, profesor de la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, explica que este estilo de música ha cambiado el patrón de violencia religiosa en la India. “Conocemos los patrones históricos de disturbios y masacres en India: el líder dará un discurso y los disturbios se extenderán a las calles. Pero parece que el patrón ha cambiado. No necesitas un líder. Lo que necesitas es un «Bhakti»”. «Bhakti» en hindi significa literalmente devoción, y también se usa para referirse a los seguidores del BJP.
Prakash cuenta que esta forma de música tiene paralelos “impactantes” con las producidas bajo el régimen nazi en Alemania en la década de 1930. “Banda de marcha, música procesional, lemas repetitivos, canto comunal, gritos repetidos de Jai Shri Ram [Hail Señor Ram] como ‘Heil’”, dice. La música que agita a la multitud en un frenesí emocional, es impactante.
El canal de YouTube de Dubey tiene casi 300.000 seguidores y sus canciones tienen millones de visitas y cientos de comentarios provocativos contra los musulmanes de la India. A menudo, los miembros de BJP la invitan a actuar en sus ciudades y actos. La cantante dice que no tiene nada en contra de la comunidad musulmana, sino sólo contra aquellos “que son enemigos del país y apoyan a Pakistán”. “Tenemos antinacionales en el país, que viven en India pero apoyan al vecino”.
Dubey tiene un manager, coristas, músicos y todo un staff. Gana bien y afirma que gasta todo su dinero en el bienestar de las viudas hindúes y los pobres. Lo que preocupa a Dubey es el llamado “Amor Yihad”, una teoría de conspiración propagada por la extrema derecha hindú, que alega que los hombres musulmanes entablan relaciones con mujeres hindúes para casarse con ellas y luego convertirlas al Islam. Dubey también cree en otra teoría conspirativa de la derecha: que un gran número de musulmanes practican la poligamia para tener muchos hijos y aumentar su población.
El abogado de Uttar Pradesh, Areeb Uddin, dice que esas canciones pop hindutva, equivalen a un discurso de odio. “Es hora de que la jurisprudencia sobre el discurso de odio ocupe su lugar y es hora de que los tribunales o los órganos legislativos competentes establezcan pautas para los casos en los que se fomenta el odio y tomen medidas”.
Pero Dubey afirma que sus canciones “difunden conciencia” entre la comunidad hindú; un trabajo que, dice, la enorgullece. “Los jóvenes que solían usar sudaderas con capucha y ropa rasgada ahora visten con orgullo azafrán. Están listos para sacrificarse por el hinduismo”. Ella elogia a Modi por derogar el estatus semi-autónomo de Cachemira, administrada por India en 2019. “Casi habíamos perdido Cachemira, es gracias al primer ministro Narendra Modi que todavía la tenemos”, declara.
También cree que la partición del subcontinente en 1947 para formar India y Pakistán no se hizo correctamente. «Cuando las partes interesadas hicieron la partición sobre la base de la religión, Pakistán debería haber sido entregado a una religión e India a otra religión. Entonces esta pelea podría haberse evitado”. India alberga a más de 200 millones de musulmanes, la tercera población más grande después de Indonesia y Pakistán; pero Dubey piensa que India debería ser declarada una nación hindú.
El cantante y compositor Upendra Rana, de la ciudad de Noida en Uttar Pradesh, en las afueras de la capital india, tiene más de 420.000 suscriptores en su canal de YouTube. El viaje de Rana en el “pop hindutva” comenzó en 2017 cuando comenzó a escribir principalmente canciones sobre historias en las que elogiaba a los gobernantes hindúes del pasado, a pesar de que los historiadores insisten en que es incorrecto usar el prisma de la religión para comprender la historia pre moderna.
Una de las canciones de Rana dice: “Dharm ke naam zameen gayi, Islami mulk banaye” (En nombre de su religión, perdimos nuestra tierra; la convirtieron en una nación islámica). El video de esa canción fue filmado en el Templo Dasna Devi en Ghaziabad, un distrito vecino a Noida. El templo está dirigido por Yati Narsinghanand, un controvertido líder hindutva que fue arrestado recientemente por sus discursos de odio contra los musulmanes. El video musical presenta a Narsinghan, blandiendo espadas con Rana. «La mitología hindú falta en el plan de estudios escolar. A través de mis canciones, quiero que los niños recuerden a los guerreros hindúes”, dijo.
El académico Prakash dice que la producción en masa de “pop hindutva” es un fenómeno nuevo: “Los discursos de odio antes lo hacían las organizaciones políticas. El peligro es que ahora se está convirtiendo en parte de la cultura de masas”.
Leo Peirano