Esta es una historia distinta, no específicamente sobre rock, sino de resistencia a ritmo de jazz en una de las épocas más convulsas y oscuras del siglo XX. Una historia de Punks, que lo fueron, décadas antes de que naciera el rock.
Desde 1936, todos los niños alemanes debían unirse a las Hitlerjugend (Juventudes Hitlerianas) donde eran instruidos en armas de fuego y formación militar, mientras que las chicas eran instruidas para ser esposas y madres. Tanto ellos como ellas debían observar las normas de vestir y los cortes de cabello tradicionales germánicos, y no usar maquillaje.
Los Swingjugend (Jóvenes del Swing), término despectivo con el que los nazis se referían a los jóvenes seguidores del swing y que éstos terminarían adoptando y usando con orgullo, eran jóvenes que se rebelaron espiritualmente contra un régimen que dictaba todo, desde la manera de vestir, a las aficiones y pensamientos. Florecieron en grandes ciudades como Hamburgo, Berlín y Frankfurt, especialmente en clases medias y altas que poseían el poder adquisitivo para asistir a fiestas y conseguir discos prohibidos de jazz.
Estos seguidores entusiastas del swing crearon su propia cultura juvenil diferenciada. Se los encontraba principalmente en las grandes ciudades de casi todo el continente europeo, por ejemplo, en Inglaterra, Francia (Les Zazous), Bélgica, Holanda, Dinamarca, Suecia, Austria (Schlurfs), Suiza y en la ex Checoslovaquia.
Su gusto por el jazz, el swing, su moda y su forma de bailar (considerada por los nazis como degradante y falta de valor estético) chocaron con la moral que quería imponer el régimen entre los jóvenes y su antimilitarismo y posicionamiento antirracial contra la política nacionalsocialista.
“Los Swingjugend rechazaban el estado nazi, sobre todo por su ideología y uniformidad, su militarismo, “el principio de autoridad del Führer” y la nivelación Volksgemeinschaft (comunidad del pueblo). Sufrieron una restricción masiva de su libertad personal; se rebelaron contra todo esto a través del jazz y del swing, que estaban a favor del amor a la vida, la autodeterminación, el no conformismo, la libertad, la independencia, el liberalismo y el internacionalismo”.
El jazz fue prohibido oficialmente en Alemania en 1935, sin embargo, consiguió sobrevivir tanto en los clubes nocturnos como en las tiendas de discos, sin olvidar el siempre recurrente mercado negro. A pesar de ello, el régimen nazi emitió un decálogo de normas a las que debían atenerse los músicos de jazz en un intento, en vano, de germanizar este estilo musical:
- Piezas con ritmo foxtrot (el así llamado swing) no deben exceder el 20% del repertorio de orquestas ligeras y bandas de baile.
- En este repertorio del así llamado jazz tienen preferencia las composiciones en clave mayor y letras que expresen la alegría de vivir en vez de las letras sombrías de los judíos.
- En cuanto al tempo, también se dará preferencia a composiciones enérgicas sobre las lentas (el así llamado blues); en cualquier caso, el ritmo no debe exceder cierto grado de allegro, en consonancia con el sentido ario de la disciplina y la moderación. En ningún caso serán tolerados excesos negroides en el tempo (el así llamado hot-jazz) ni en interpretaciones solistas (así llamadas breaks).
- Las composiciones del así llamado jazz deben contener como máximo 10% de síncopa, el resto deberá consistir en un movimiento legato natural desprovisto de los reveses rítmicos histéricos característicos de las razas bárbaras y vehículo de oscuros instintos ajenos al pueblo alemán (los así llamados riffs).
- Estrictamente prohibido utilizar instrumentos ajenos al espíritu alemán (los así llamados cencerro, flexatone, plumillas, etc.), así como todas las sordinas que convierten el noble sonido de los instrumentos de viento y metal en un aullido judeo-masónico (el así llamado wa-wa, hat, etc.).
- También están prohibidos los así llamados breaks de percusiones que duren más de la mitad de un compás en un ritmo de cuatro cuartos (excepto en marchas de estilo militar).
- El contrabajo debe tocarse exclusivamente con el arco en las así llamadas composiciones de jazz.
- Puntear las cuerdas está prohibido por dañar el instrumento e ir en detrimento de la musicalidad aria; si un efecto del así llamado pizzicato es absolutamente deseable para el talante de la composición, debe tomarse estricto cuidado para que la cuerda no golpetee en sordina, que desde ahora está prohibida.
- Los músicos tienen igualmente prohibido realizar improvisaciones vocales (el así llamado scat).
- A todas las orquestas ligeras y bandas de baile se les aconseja restringir el uso de saxofones de todos los tonos y sustituirlos por el violonchelo, la viola o posiblemente un instrumento folclórico adecuado.
En la primavera de 1941, tras dos años de guerra, el ejército alemán parecía imparable. Para abril, las fuerzas de Hitler habían invadido Polonia, Dinamarca, Noruega, y otros países hasta Francia. La entrada de Estados Unidos en la guerra, en agosto de 1941, provocó que 300 Swingjugend fueran arrestados en Hamburgo, y algunos de ellos enviados a campos de concentración, donde no todos sobrevivieron.
Himmler, cabeza de las SS y la policía alemana, pidió que el maligno swing fuera “radicalmente exterminado” y sus organizadores “reeducados”. A su vez, los menores de 18 años fueron enviados a los denominados Jugendschutzlager (campos de reinserción para menores). Esta gran redada haría que los Swingjugend recurrieran a bailes clandestinos de no más de 20 o 30 personas para intentar no ser descubiertos.
Sobre un festival en Hamburgo de 1940 los nazis escribieron:
…los bailarines daban un espectáculo desagradable. Ninguna de las parejas bailaban normalmente; había sólo swing, y del peor. En ocasiones, dos muchachos bailaban con una chica sola; en otras varias parejas formaban un círculo abrazándose, saltando, batiendo palmas, incluso refregándose las partes posteriores de la cabeza unos con otros… Cuando la banda tocaba una rumba, los bailarines entraban en éxtasis salvaje. Todos se juntaban alrededor y cantaban los coros en inglés. La banda tocaba números cada vez más violentos; ninguno de los músicos se encontraba ya sentado, todos se movían en el escenario compulsivamente, como animales salvajes”.
Su historia es toda una metáfora sobre la libertad y sobre la resistencia personal frente a un sistema opresor y alienante, sin más armas que la música y el baile.
En la década de los años ’30 y ’40 o en el siglo XXI, el mensaje es claro: ¡Ama la música, odia el fascismo!
Leo Peirano
Fuentes:
- Jóvenes del Swing detrás del alambre de púas ( MusicandtheHolocaust.Org)
- Swing Heil: El jazz en la Alemania nazi y los Swingjugend (daddyswing.es)