
La veraniega noche del viernes 10 de octubre era una invitación más para salir a ver espectáculos de rock. El show que Nameless daría en el Planetario estaba agotado hacía varios días y se había generado una importante lista de espera. La importancia de la banda a nivel local, la propuesta de un concierto acústico en un lugar tan particular como el Planetario y una entrada gratuita, era una suma de características destacadas a la que difícilmente uno se pudiera resistir.
Nameless puso mucho esfuerzo en la realización de este concierto que ya había tenido una primera edición, siendo que la actual se dio en el marco del festejo de los 70 años de la inauguración del Planetario. La dedicación de la banda al concierto se notó en todos los detalles cubiertos, desde el show, pasando por el sonido, el aprovechamiento de lo visual y la organización en todos los aspectos. El lugar elegido es muy especial, ya que brinda la posibilidad única de aprovechar en modo 360° la bóveda semi esférica y la tecnología de última generación. Las proyecciones son muy precisas, y en algunos casos, realmente sorprendentes, simulando ser tridimensionales.

Al comienzo del show hubo una introducción con una muestra didáctica por parte del personal del Planetario, haciendo uso de sus instalaciones. También se intercalarían otras intervenciones entre las canciones que la banda iba presentando. Y hablando del concierto mismo, Nameless logró realizar una mimetización muy destacable con el entorno del lugar. La penumbra del recinto y la propuesta de la banda para la ocasión, lograron un show conmovedor que fácilmente pudo transportar a los espectadores.
Las canciones fueron desfilando en una recorrida por sus diferentes discos, todas especialmente tratadas para la ocasión y apoyadas por las invitadas: Kiana Silva, Ana Clara Fleitas y Micaela Giachino. Fue así que también pudimos escuchar la versión de “Carne” de Reytoro que Nameless realiza. La música se acopló de muy buena manera con lo que se podía ver en la cúpula (algo que las fotos no pueden demostrar), regalando momentos en los cuales resultaba difícil decidir si mirar hacia arriba o fijar la atención completamente en la banda.

Un concierto sumamente disfrutable en todos los aspectos brindando una entrega cálida que fue muy aplaudida por los presentes, quienes con una calma especial generada por la integralidad del show, no querían que culminara nunca. Un gran, gran espectáculo.
Ariel Scarpa
