Tres Cigarros

La lucha de trincheras durante la Primera Guerra Mundial nos ha traído historias curiosas sobre la dura vida y constante prueba de resistencia humana que tuvieron que soportar aquellos soldados. También en esas mismas trincheras se dice que nació la superstición de no encender tres cigarros con la misma cerilla, porque traía mala suerte.

La explicación era simple: cuando los soldados fumaban por la noche, la intensa llama inicial de la cerilla delataba su posición fácilmente. El tirador enemigo entonces se percataba y cargaba el fusil. Al encender con la misma cerilla el segundo cigarrillo, el enemigo apuntaba, y cuando le llegaba el turno al tercero… un certero disparo muy posiblemente le volaría la tapa de los sesos.

Aunque me quedo con esta versión de la leyenda, otras fuentes apuntan que no proviene de la Primera Guerra Mundial, sino que fue inventada una década después por un magnate sueco de la industria del fósforo, en un intento por lograr que la gente usara más cerillas (así los supersticiosos encenderían, como mucho, sólo dos cigarros con la misma cerilla). En películas como “Una tarde en el circo” (1939) de los hermanos Marx, y en novelas como “Perry Mason, el caso del perro aullador” (1934), de Erle Stanley Gardner, entre otros muchos ejemplos, se hace referencia a esta superstición. Luca Prodan también la recordó en aquel encuentro con su amigo Carlos Belloso, en lo que a la postre sería su última noche con vida.

Lic. Hugo Gutiérrez