AC/DC – Stiff Upper Lip (2000)

25 años no se cumplen todos los días. De hecho, se da una sola vez en la vida y eso sucede cuando transcurren dos décadas más cinco años, o un cuarto de siglo o también con el devenir de cinco lustros. En cualquiera de estas posibilidades, llegamos al mismo punto donde el tiempo ya ha dejado una marca inquebrantable en nosotros, o para el caso que nos atiene hoy, una obra que puede ser mejor calificada ya que con perspectiva y retrospectiva podemos analizarla conjuntamente con su contexto.

Henos aquí enfrentados en esta oportunidad al decimocuarto disco de estudio de AC/DC, el Stiff Upper Lip, lanzado al mercado en aquel 28 de febrero del año 2000. Es con esas herramientas de análisis que mencionamos con las cuales obtendremos un panorama un poco más abarcativo de las circunstancias que rodeaban a ese disco. Es sabido que aun así no lograremos alcanzar a discos como Back In Black o Highway To Hell, pero se entrega con fuerza y satisfacción.

La primera cuestión que hay que revisar cuando se habla de un nuevo trabajo de AC/DC es darle una primera y rápida oída y notar si siguen sonando igual, o como suelen acusarlos los más férreos críticos, descubrir si es que continúan sacando “un disco igual al otro”. Desde mi punto de vista, la de un fan de la banda, agradezco enormemente que sigan “sacando un disco igual al otro”, porque lo que queremos los amantes de la banda es que ese puro hard rock no decaiga ni se tuerza un ápice hacia ningún lugar de esos que patéticas y efímeras modas, o corrientes pasajeras, puedan conducirlos. A AC/DC dejémoslos tranquilos recorriendo el camino por el que transitan, que bastante bien saben hacerlo.

Acerca de los pormenores que rodearon la edición de esta placa, podemos decir que AC/DC comenzó a idear el nuevo disco en marzo de 1998, y durante un lapso de un año y medio estuvieron concentrados ideando las canciones. Sobre estos momentos creativos, Angus declaró: “Mientras escribíamos, muchas cosas limpias y suaves se estaban volviendo populares, así que optamos por algo sucio y sórdido”. Y agrega: “Sentimos que el mundo se estaba volviendo un poco estéril últimamente, así que démosle un buen álbum de rock ‘n’ roll. En eso nos concentramos. En nuestro caso, hemos hecho cosas deliberadamente para ir contra la corriente”. Esto refiere a lo que mencionamos anteriormente, eso de ir para donde corre el viento, pegarse a modas pasajeras. Aquí Angus deja bien en claro que parte del material en el que trabajaron sonaba demasiado poco a lo que eran ellos, que por lo tanto, debían empeñarse en que todo en el álbum sonara contundente y explosivo.

En la ciudad de Vancouver y más precisamente en el Warehouse Studio propiedad de Bryan Adams, el grupo entró en setiembre de 1999 con 18 canciones para finalmente y luego de tres meses, salir grabando 13, las cuales irían directamente al disco, menos “Cyberspace”, la cual quedaría como lado B del simple de “I feel safe in New York city”.

Entrando ya en la placa que nos ocupa, podemos decir que la misma refleja antes que nada el buen gusto por el clásico rock and roll, en donde se conjuga el excelente conocimiento que tienen entre los músicos y las ganas de producir un disco, que aunque de primera oída suena a simple, no deja de ser adictivo y lleno de los esos riffs jugosos y viscerales. No es fácil tener de precedente al disco Ballbreaker, producido por Rick Rubin, y que significó la reunión de los cinco fantásticos: sí, aquellos del Back In Black, y luego de 11 años desde que Rudd abandonase la banda por problemas de adicción al alcohol.

Para el Stiff Upper Lip la banda reclutó al hermano mayor de los Young, con quien ya habían trabajado en todos los discos de la era Scott. George Young produjo esta placa y dio su visión de un rock apegado a las raíces del rock and roll y bluseras, lo que produjo un disco de sonido más simple, sin pretensiones musicales ni grandes elucubraciones, lo que en cierto modo, también le da un toque de inteligencia.

Como en varias otras oportunidades ha sucedido, cuando AC/DC no edita un discazo, el resultado en ese otro caso es que la placa contenga uno o dos hits, los cuales serán el “viento de cola” para un meridiano éxito. Tal es el caso de este disco, donde sin dudas el tema que abre y da nombre al disco, más “I feel safe in New York city”, sean los mascarones de proa de este nuevo buque insignia. AC/DC no tiene que demostrar nada a nadie, ni siquiera a ellos mismos, de lo que son capaces de componer. Por eso este disco resulta un poco tieso en cuanto a hits, energía o ritmos para un poco más de pogo, ya que parece que decidieron darse un tiempo más de blues, ritmos relajados y las voces con un tono aún más gutural y arrabaleras.

Luego de los mencionados temas, que conjuntamente con “Satellite blues” fueron los tres simples que sacaron, el resto de la canciones no son precisamente unos temazos que te provoquen una desesperación en salir en paños menores a gritar en la plaza de tu ciudad que has conocido la cara de Dios, pero se dejan llevar y hasta gozar bastante (diría mi amigo Daddy).

Particularmente a mí me gusta mucho “Can’t stand still”, ya que posee ese constante repiqueteo de Angus como riff que ya se lo hemos escuchado en otros temas como “Play ball”, “Anything goes” o “Through the mists of time”, los cuales conjuntamente con “Hold me back” me retrotraen a la época del Fly On The Wall.

Sucede también que no es un disco que tenga enormes temas que te dejen estremecido el tímpano y grabados en la memoria. De todas formas, temas como “Meltdown” logra ser bastante pegadiza con su brillante mezcla, mientras “House of jazz” también lo es, pero ya es de un tiempo más lenta, mientras que “Hold me back” reitera ese tronar de la guitarra de Angus.

Ya para la segunda mitad del disco la cosa cambia bastante. Temas como “Can’t stop rock ‘n’ roll”, “Come and get it”, “Damned” o “Give it up”, nos muestran más una faceta tranquila, blusera.

En resumen, no es un montón en la historia del rock pero tampoco es un desperdicio. Es un buen álbum de AC/DC con una sonoridad sólida, experiente y lleno de personalidad, como siempre, pero no parece haber permitido que su enfoque más restringido se refleje mejor en la composición. Es una mezcla de temas que podrían haber sido lanzados en cualquiera de los discos anteriores, siendo tal vez uno de los pocos ítems originales, el hecho de la variedad de tonalidades que Johnson interpreta en la placa, lo cual lo hace verdaderamente excepcional.

Tras su lanzamiento, Stiff Upper Lip debutó en el puesto número 7 en las listas de álbumes de Billboard, vendiendo 130.000 copias en su primera semana, y alcanzó durante el año siguiente, el platino. Mucha publicidad y merchandising tuvo el álbum, sumada a una gira promocional brutal que implicó más de 130 toques en un solo año. Este ajetreo hizo que para su próximo disco descansaran ocho años, pero lo bueno fue que los logramos tenemos por estos lares luego de trece años desde la primer visita.

De todas formas y en ambas etapas, AC/DC nunca dejó de estar en la cima de los mejores exponentes del hard rock, para mal o bien que a muchos les pese.

Tomás Cámara