Despejando La Maleza. Los Mejores Discos De 2024 Según Diego Rocha

Aquí les dejo los discos y las canciones que ocuparon mis oídos en este 2024. Hubo otros, muchos más que también disfruté, así como también canciones que se resistieron a que las olvide, pero para no hacer una lista interminable, intervino la tijera. También hubo varios que eran fijas en mis listas de fin de año pasadas pero que este año me fallaron (que palabra concluyente… ¡por dios!).

Cada año no dejo de maravillarme con la cantidad y calidad de material que se sigue produciendo y cómo al día de hoy los músicos siguen apostando por el álbum como forma de presentar sus inquietudes artísticas, a pesar de que según los entendidos la guadaña del futuro iba a hacerlo desaparecer.

Como en todas listas, hay de todo y el gusto personal duro y subjetivo es el que manda. En muchas de mis elecciones concordaremos y en otros muchos casos discreparemos, pero tengan seguridad que esta lista no la hizo un puto algoritmo. Y para reafirmar mi estado de vejez, me entra la rabieta y vuelvo a repetir una y otra vez: no confíen jamás en el algoritmo, quien los quiere siempre en una inquebrantable zona de confort. Nunca se queden con los que les dan; sean curiosos, investiguen y confíen en su melómano de turno, él seguramente tiene la magia que les va abrir las puertas de un nuevo universo musical. Y recuerden. lo mejor no pasa en las avenidas súper iluminadas y transitadas, lo mejor pasa en los callejones y transversales. Salud. Feliz 2025.

1 – Nick Cave & The Bad Seeds / Wild God

“Tuvimos mucho tiempo de dolor, ahora es tiempo para la alegría” nos anuncia Nick Cave en la blusera espectral de “Joy” marcando el fin de la trilogía mortuoria iniciada con Skeleton Tree (2016) en donde el australiano nos hizo partícipe de cómo el dolor por la muerte de su hijo devoraba su ser. Esa pérdida hoy se transformó, y si bien su vida no se convirtió en una celebración desbocada, lo volvió una especie de súper hombre filosófico y espiritual.

Wild God también marca el fin de la hegemonía de Warren Ellis en favor del sonido de la banda. Lo que antes eran loops y estructuras ambientales, ahora todo suena más humano de la mano de estos Bad Seeds que incluyen al bajista de Radiohead, Colin Greenwood.

El sonido del disco en general se acerca al The Lyre Of Orpheous (2004) y no tanto al de su disco hermano The Abbatoir Blues, ya que de este último carece el espíritu garagero que gobernaba en algunas canciones. Es un disco cálido, pero con un cierto grado de tensión. Con canciones que van in crescendo en clave gospel como en la titular y “Conversion”, pasando por baladas marca de la casa como “Long black night” a la ternura extrema de “O wow o wow (How wonderful she is)”, dedicada a su ex amante y colaboradora Anita Lane (quien aparece en forma de un mensaje de contestadora).

Con los buenos augurios de “As the water covers the sea”, se cierra un disco impecable haciéndonos recordar que aún en los momentos más dolorosos, la vida vale la pena vivirse.

 

2 – Modern English / 1234

Ahora que parece que los sonidos del post punk son la regla a seguir (principalmente en las Islas Británicas) los rejuvenecidos Modern English le pasan el plumero a las nuevas generaciones haciéndoles saber que los años muchas veces son un valor agregado.

Un disco energético que arranca a toda velocidad con “Long in the tooth”, y uno no puede evitar rascarse la cabeza y preguntarse porqué esta canción no es un mega éxito global. Lo mismo pasa con la popera y machacosa “Crazy lovers”. Contiene canciones enojadas como “Plastic” sobre el desastre ambiental de nuestros tiempos y “Not my leader” sobre esas especies de políticos que se niegan a desaparecer y suenan muy New Order en “I know your soul”.

Pese a su poco imaginativo título, el disco es una sucesión de pegadizas canciones que si bien tienen su reloj sonoro marcado en la primera mitad de los ochenta, suenan vitales y necesarias.

 

3 – Big Special / Postindustrial Hometown Blues

El debut del año. Los Big Special son un dúo inglés, Joe Hicklin y Callum Moloney, pero suenan como si fueran 5, 10, 100 músicos. Hicklin se aprendió de memoria el cancionero de The Fall y rinde culto absoluto a su líder Mark E. Smith. Este blues post-industrial es un disco extremadamente energético donde hay punk, post punk, techno industrial, rap, blues, dejos de los Black Keys (“This here ain´t water”), Doors del siglo XXI (“Ill”) y hasta la mejor canción que los Arctic Monkeys jamás compondrán (“Black Dog/White horse”), y bueno, nada pero nada que ver… pero por momentos siento el nervio de los primerizos U2… ¡¡¡pero no me den pelota!!!

Pocas canciones van a encontrar este año tan desquiciadas y adrenalíticas que “Black Country Gothic” y “Shithouse”. Banda sonora para el apocalipsis.

 

4 – Wunderhorse / Midas

El grunge ha regresado en todo su esplendor, o eso es lo que parece al escuchar el segundo disco de los ingleses liderados por Jacob Slater. OK, no es el puro grunge norteamericano que tanto escuchamos en la primera mitad de los noventa, Wunderhorse le agrega una impronta post-punk a todas las canciones (para variar me dirán, pero es que como dije antes, los sonidos del post punk están acaparando toda la escena british).

Nirvana y sus paisanos de Bush vuelven a la vida en la tríada de “Emily”, “Arizona” y “July”. “Cathedrals” es una canción de pulsión pixie que pide repeat y entregan su propia “About a girl” en forma de “Girl”. El espíritu de Crazy Horse se hace presente en la calma épica de “Aeroplane”. Midas esta compuesto por canciones que borran en un segundo eso de que el rock está muerto, que ya no se puede crear nada nuevo con una guitarra eléctrica y los benditos tres acordes y bla bla bla. Luego de escuchar un disco como éste las esperanzas se renuevan.

 

5 – IDLES / TANGK

Empiezan a sonar los primeros segundos de la canción de apertura, “Idea 01” y saltan las alarmas. ¿La presencia del productor Nigel Godrich se llevó puesta a la banda? ¿Estamos ante la Radioheadnización de Idles? Por suerte no sucede nada de eso y luego de que finaliza esa intro arranca la tredipante “Gift horse” y rápidamente el susto desaparece volviendo a poner las cosas en su lugar: ¡Idles en estado puro, punk, post punk, noise y ¡rock and roll, baby!

Hay mucha experimentación en el disco, pero esta no te salta en la cara; está ahí para llevar las canciones a otro nivel y es ese quizás el gran aporte de Godrich al disco, meter sus truquitos sin que cubran todas las canciones. Ya no van a 1000 km por hora como en sus principios, ahora van administrando el acelerador según mande el estado de ánimo. Desde funk, dance, ambient retorcido y hasta hip hop, los Idles se aventuran por nuevos territorios sin perder su identidad.

“No Dios, no rey, he dicho que el amor es la cosa” canta Talbot en la hipnótica “Grace” (momento en el que quizás se acercan más a los Radiohead post – OK Computer), y es que para Idles el amor y la igualdad son los pilares sobre los que construyen sus catarsis sonoras.

 

6 – King Hanna / Big Swimmer

No busquen a King Hanna (Hannah Merrick y Greig Whittle) por las calles de Brooklyn o en alguna esquina del Greenwich Village. Este dúo es de muy lejos de ahí, son de la tierra de los Fab Four, Liverpool, y por supuesto que los desafío a encontrar algo de la ciudad portuaria en alguna de las canciones de este disco. La historia oficial cuenta que haciendo una gira por Norteamérica fue donde germinaron una a una las canciones de su segundo disco, y eso vaya que se nota.

Bill Callahan podría apropiarse sin problemas de “Big swimmer” y “Suddenly, your hand” (¡hola Neil Young!). Y que me cuentan de la magnífica “New York, let’s do nothing” con esas guitarras velevetianas y el espíritu abarcador de Patti Smith o de un Lou Reed al que le implantaron ovarios. Aunque tengo que reconocer que la británica PJ Harvey y unos orgánicos Portishead también son un foco de atracción en los momentos climáticos como “The mattress” y “Somewhere, near El Paso” pero siempre con el acompañamiento de unas guitarras que por momentos suenan a puro Crazy Horse con una pizca de Sonic Youth.

 

7 – Mike Campbell & The Dirty Knobs / Vagabonds, Virgins & Misfits

A pesar de que se volvió solista a la fuerza luego de la muerte de Tom Petty, Mike Campbell encontró su lugar lejos de los Heartbreakers y este disco viene a cerrar una primera tríada de lanzamientos altamente recomendables.

El hombre sabe dónde juega seguro y se recuesta en los sonidos que convirtieron en leyenda al rubio de Florida, quien por momentos parece volver a la vida en la garganta de Campbell. O sea que hablamos de Beatles, Byrds, rock sureño y de carretera, folk costa oeste y ese nervio rockero que gobernaba cada uno de los discos de los Heartbreakers. Por supuesto que cada una de estas canciones podría haber encontrado su lugar en cualquier disco de Petty.

El hombre ha vivido por y para el rock and roll y a esa vida la saluda en “The greatest” (“Es una de esas noches / Todo parece estar bien / bajo las grandes luces brillantes / sintiéndote elevado / sonando fuerte y orgulloso”) y en “Innocent man” (“Tocando toda la noche, durmiendo todo el día / No hay otra cosa que valga la pena, de todos modos”). “My old friends” es una oda alcohólica por la que desfilan Jack Daniels, Johnny Walker, Budweiser, Stella Artois y otros líquidos altamente inflamables. Lucinda Williams dice presente en “Hell or high water”, y Graham Nash en “Dare to dream”.

 

8 – Hurray For The Riff Raff / The Past is Still Alive

Mientras muchos quieren enterrar el pasado, Alynda Segarra lo quiere cerca de ella para avanzar y seguir creciendo. No importan las muertes, los desengaños y todo lo que uno generalmente quiere dejar atrás. El pasado esta vivito y coleando al lado de la errante norteamericana en este disco en donde su propia historia de vida recorre una a una las canciones.

Para una mujer que siempre fue muy ecléctica en su visión artística, este disco la encuentra paseando cómodamente por las tierras de la americana. No hay giros hacia ritmos sudamericanos ni mucha electricidad como sí lo había en sus anteriores entregas. Hoy está más cerca de Lucinda Williams que de Patti Smith.

“Era joven cuando me fui de casa / Nunca paré de correr/ Solía pensar que estaba sola / Pero nada me parará ahora / Nada me parará ahora”, canta Segarra en “Snake plant (The past is still alive)” envalentándose para continuar su carrera artística que hasta ahora no conoce altibajos.

 

9 – Waxahatchee / Tigers Blood

Luego de que en 2020 llegara a la cima de su carrera con el estupendo Saint Cloud, se ve que Katie Crutchfield no tiene muchas intenciones de abandonar las alturas artísticas, ya que este Tigers Blood sigue en la misma línea que su anterior trabajo. Folk rock, americana y country es su lugar, y ahí es donde reina con canciones como “3 sisters” y “Evil spawn”. El indie rock que marcó sus primeros pasos musicales prácticamente ha desaparecido, sus últimos suspiros los encontramos en “Bored”, el momento más eléctrico del disco. ¿“Crowbar” con su comienzo muy similar al “Near wild heaven” de R.E.M. estará marcando los rumbos a seguir?

Si encuentran en este LP una línea invisible con el de Hurray For The Riff Raff, apunten al hombre detrás de los controles: Brad Cook.

 

10 – Peter Perrett / The Cleansing

Pocos pueden alardear de escapar del camino de la autodestrucción, más aún cuando ese consumo desbocado de heroína y crack llevaba varias décadas. Una buena noticia para los melómanos del mundo es que el ex líder del combo de power-pop The Only Ones pudo vencer sus demonios y retomar su carrera artística. Este The Cleansing es el tercero desde su vuelta al mundo de los vivos, iniciada con el fantástico How The West Was Won (2017) y sigue las mismas coordenadas sonoras de los anteriores, o sea un rock clásico guitarrero de poca cocción con Lou Reed en el horizonte.

A sus 72 años le echa un vistazo a su vida para que celebremos su historia de redención, 20 canciones a las que nunca se te ocurre saltear. “Todo el tiempo pensaba que me estaba divirtiendo” canta en la espeluznante “All the time” y nos transporta a su narcótico pasado. Ojalá podamos conservar por muchos años más a este hombre que, como anuncia al comienzo de este viaje discográfico, “no quiero excederme en mi bienvenida e irme con dignidad, por favor ayúdenme”.

 

11 – Kim Deal / Nobody Loves You More

Todos los mundos de Kim Deal convergen en su primer disco solista bajo su nombre. Están las sonoridades indies de The Breeders y de The Amps, y por supuesto su característico sello Pixie. Pero quizás nunca haya tratado con tanta solemnidad (¡que palabra!!) uno de sus álbumes. Las cuerdas y los vientos juegan un papel muy destacado cuando hacen su aparición.

Deal fue cocinando el disco a fuego lento a lo largo de varios años (prácticamente una década) y es su trabajo más personal hasta la fecha. En tan largo período de gestación pasa la vida con sus alegrías y sinsabores. Por ejemplo, el alzhéimer que padeció su madre tiene rol predominante en lo lírico: “No sé dónde estoy, y no me importa / Una mirada hacia ti y olvido porqué estoy aquí” (“Nobody loves you more) y “¿Sos mía? / ¿Sos mi bebé?” (“Are you mine?”).

Es un disco donde Deal no se queda atada a su pasado y experimenta en la deliciosa “Crystal breath” en la retorcida “Big ben beat”. Este disco fue uno de los últimos trabajos del gran Steve Albini y desde la eternidad apuesto que sonríe satisfecho.

 

12 – Peter Garrett / The Truth North

De la nada, en 2016 el líder de los Midnight Oil sorprendía al lanzarse en solitario con el maravilloso A Version Of Now, un disco que se puede contar como uno de los más inspirados de su larga carrera musical. Luego de editado el disco, en vez de pisar el acelerador con su proyecto solista decide revivir a los petroleros para el disco Resist (2022), álbum que no termina de convencer y que ni se acerca a los mejores momentos de los australianos, y por supuesto muy pero muy lejos de su aventura en solitario. Luego de una gira monetizadora con Oils, Garret retoma lo que había dejado en suspenso y… ¡¡Bomb!!… vaya uno a saber porqué… la magia volvió y su segundo disco bajo su nombre es otro golpe de efecto. Prueben con el petardo rutero de “Hey archetipe” para comprobar lo que acabo de escribir.

Para un ex ministro de ambiente de su país no esperen que les vaya a hablar de chicas y autos, así que las letras del disco se centran principalmente en el re afirmamiento de las bellezas naturales, así como también sobre el colapso ambiental de nuestro mundo. “Pon el daño en reversa” canta en “Human playground” y todos cantamos al unísono para crear el arma benevolente más letal.

 

13- EMF / The Beauty And The Chaos

Perdonen, pero el Schubert Dip (1991) es uno de los discos de mi vida, así que cuando me enteré de su vuelta, si hubieran cagado y esa mierda la hubieran prensado, seguramente compraba igual. Por suerte no es el caso y ni bien sale disparada “Hello people” el tiempo se detiene y estoy nuevamente a principios de los noventa. Sólo con esa canción hubiera bastado ya que es una demostración de que los poderes de la banda siguen intactos. Si me dijeran que es un descarte de tan emblemático álbum pondría las manos en el fuego por ellos. ¡Si están hasta las sirenas, carajo!

OK, el disco no es una maravilla y usan todos los truquitos de antaño para que caigamos en sus redes, pero basta decir que les pasa el plumero a los dos discos que siguieron a Schubert Dip (el correcto Stigma (1992) y el nefasto Cha Cha Cha (1995) y eso ya es mucho decir.

“Reach for the lasers” y “21th century” son dos pegadas y el resto del disco es una sucesión de dance guitarrero. Hay coros femeninos por aquí y por allá que remiten a la mejor versión de los Primal Scream, y hay una banda que pide a paso firme volver a ser tenida en cuenta. La nostalgia no conoce la razón.

 

14 – The Kill Devil Hills / Matango!

Hacía años que no se tenían noticias de los australianos, por lo que su vuelta a los estudios de grabación se celebra. Si Nick Cave forma parte de tu dieta y todavía los Kill Devil Hills no están incluidos en tu menú, bueno, este disco (el sexto de su carrera) es una forma adecuada de recibirlos. La influencia de Nico Cueva parece que no tienen ninguna intención de quitársela de encima, aunque en la brutal y adictiva “This is Karrakatta” meten mano a una bolsa que tiene restos de krautrock, y en “Patrician facade” suenan a unos Electro – Doors de una dimensión alternativa.

Los capitaneados por Brendon Humphries se aprendieron el manual de los Bad Seeds y se memorizaron el capítulo de “cómo generar climas y manejar la épica”, lo que no quiere decir que la banda pase por unos simples imitadores. En algunas canciones se pueden rastrear unas muy tenues influencias de Einstürzende Neubauten (en su lado más convencional, que quede claro).

 

15 – James / Yummy

La carrera de James ya lleva unos largos y fructíferos cuarenta años, en los que han dejado clásicos álbumes como Laid (1993) y grandes canciones inmortales entre las que se encuentran “Sit down” (1989) y «Getting away with it (All messed up)» (2001). También han patinado, pero nunca entregaron un mal disco.

La voz de Tim Booth sigue tan majestuosa como en los inicios de la banda, la cual se mueve cómodamente por ese pop electrónico psicodélico con el obligado toque de introspección que siempre los ha caracterizado. James tiene la habilidad de crear canciones pegadizas de las que cuesta despegárselas una vez que permitimos que entren a nuestros oídos: “Is this love”, “Life’s a fucking miracle” y la modernosa “Way over your head”. Cualquiera de estas canciones en un mundo perfecto tendrían alta rotación, condenado a Coldplay a no salir jamás de la sala de ensayo. ¿Alguna vez ese público masivo que acompaña a la banda del pasmado Chris Martin escuchó a James? ¿Preferiría que lo hiciera? Para mala fortuna de la cuenta bancaria de Booth, por supuesto que no.

 

16 – The Black Keys / Ohio Players

Si luego de escuchar este disco de las Llaves Negras llegás a la conclusión de que estás ante su propia versión del Odelay, no estás para nada equivocado, ya que la presencia de Beck es el gran dominador de las ideas y el sonido del disco. Hay todavía algunas canciones con dejo al blues-rock de sus principios como “Live till I die” (prima hermana de “Cinnamon girl” de Neil Young), pero la mayoría del disco cuando no está en territorio de Beck se adentra en un sonido soulero setentero del que ya llevan años chupando. El título del disco (en honor a una banda norteamericana cultora de los sonidos negroides y de portadas altamente eróticas) no es casualidad.

Aparte de la presencia del señor Hansen, Noel Gallagher dice presente en “Only love matters” y en “On the game” (momento cumbre del disco, canción que si Oasis se decidiera a versionar estaría destinada a reventar los estadios con ese estribillo). Un rapero que responde al nombre de Lil Noid hace de las suyas en “Candy and her friends” y otro rapper llamado Juicy J junto a Beck comparten el protagonismo en “Paper crown” (¿dije Odelay?).

 

17 – Mark Seymour & The Undertow / The Boxer

Quinto disco del hombre de los Hunters & Collectors junto a su banda The Undertow y el australiano no tiene ninguna intención de bajar la calidad artística de sus entregas. No busquen intrincados arreglos ni toques de modernidad. El hombre se siente cómodo en esa especie de épica Sprinsteeneana y entrega grandes canciones, de esas que una vez que las escuchás quedan por varios días zumbando por nuestras cabezas, como es el caso de “She burned her bridges down” y la canción titular.

El cierre del álbum no podría ser mejor: una emotiva versión de esa delicadeza de canción de John Prime, “She is my everything”.

 

18 – Bright Eyes / Five Dices, All Three

Ya han pasado casi 20 años desde que Conor Oberst nos sorprendiera con el magistral I’m wide awake, it’s morning (2005) y de que por los medios especializados se anunciara la llegada del “nuevo Dylan”. No era para tanto, obviamente, pero igual Oberst se ganó su lugar destacado en la lista de los mejores músicos que ha dado este nuevo milenio. Él sigue muy campante con su folk-rock con arrebatos eléctricos con toques Beatleros, que es lo que mejor le sale, y sí, aún conserva esa verborragia lírica que le valió las comparaciones con Mr. Zimmerman.

Audios de una vieja película de Frank Sinatra entran y salen del disco creando un efecto espectral. Cat Power participa en la seductora “All three” (“Jesús murió en una pelea de jaula / y Elon Musk en blanco virginal” canta, y ustedes me dirán qué carajo significa), y el hombre de The National, Matt Berninger, lo lleva a su territorio en “The time I have left”. Y es imposible no pensar en el God Lennoniano en “Hate”.

“Nunca pensé que vería los 45 / ¿Cómo es eso de que sigo vivo?” canta en “Bas Jan Ader” y nosotros contentos de que siga entre nosotros… Festeje, Conor, festeje.

 

19 – A Certain Ratio / It All Comes Down To This

Ya desde sus comienzos a principios de los ochenta, los Manchesterianos de A Certain Ratio no se encorsetaron dentro de las primerizas rígidas paredes del post-punk inglés. No sólo compartía coordenadas sonoras con Joy Division sino que también con productor Martin Hannet, pero eso no impidió que su música bebiera de generosas dosis de funk, new wave, y de la electrónica. Su música siempre fue creada para el cerebro, pero también para el cuerpo. (Oh, sacrilegio, en su segundo single versionaron la disco “Shack up” de Banbarra).

Este 2024 todos esos sonidos que los han acompañado a través de las décadas se siguen haciendo presentes (quizás más pop y más dancero con alguna que otra influencia del hip hop) pero a cada una de las canciones le agregan una impronta muy de este siglo, lo que les impide ser una reliquia del pasado.

 

20 – Future Islands / People Who Aren’t There Anymore

Un disco más para agregar a la lista interminable de álbumes basados en una ruptura amorosa. Esta vez el turno le toca al bueno de Samuel T. Herring, quien luego de fracasar en la relación que intentaba mantener con un océano y algo más de distancia entre donde estaba el (EEUU) y donde estaba la susodicha (Suecia), se lanzó a relatar sus diferentes estados de ánimo. Pero no esperen un disco sombrío y claustrofóbico, el sonido, por el contrario, es toda una celebración de new wave ochentera donde los sintetizadores marcan el ritmo. Así como lo han hecho Cave, Dylan y Springsteen en sus respectivos álbumes post ruptura, Herring nos abre su cuerpo y enseña las heridas. “Si digo mucho, por favor háganmelo saber” canta en “The thief”… Y qué querés que te diga, mi querido Samuel…

Diego Rocha