El Venenoso Perfume De Las Santa Rita

“It’s such a perfect day

I’m glad I spend it with you

such a perfect day you just keep me hangin’ on

you just keep me hangin’ on…”

La cerveza enfriaba mis tripas calientes, sentado en el pasto recién cortado de la plaza frente a la Terminal Tres Cruces.

El viento llevó el humo de mi cigarro a la cara de dos chicas cubanas que miraban el atardecer; molestas, se levantaron y partieron diciéndome algún insulto que no pude descifrar.

La caída del sol naranja trajo a mi cabeza varias imágenes, recuerdos…

¿Cuántas veces me vi en esta situación? Sentado, esperando para conocer una chica con la que había pegado onda virtualmente; no es que fuera lo mío y lo hiciera furtivamente, pero sí he conectado con almas bellísimas, hablando de música libros, cine.

¿Cuántas veces los nervios me apretaron la barriga, mientras el halls de menta se disolvía en mi saliva…

Me paré y fui hacia Bulevar, estaba por llegar, la noche había caído y se encendían los focos amarillos que tiñen el pavimento de un reflejo hermoso.

A lo lejos llegué a distinguirla, bufanda roja, pelo enrulado y la misma sonrisa que me había conmovido entre los pixeles de una pantalla.

Nos besamos, nos abrazamos y dije algo para romper el hielo.

Confieso que en mis 43 años he tomado muchos vinos en noches de primavera tormentosas, serenas, tristes, negras, bellas o malditas

Pero esa vez la uva me supo distinto, tal vez porque la compañía era dulce y porque (como pocas veces pasa) estaba donde quería estar.

Nos internamos en la calle La Paz, charlando, sin rumbo, contentos, charlando, contándonos vidas, muertes y dolores similares.

Yo examinaba sus gestos, su forma de puntuar las palabras, sus rulos que le caían sobre la frente mientras la luna hacía brillar su campera de cuero y su mirada.

La calle estaba llena de Santa Ritas violetas, rojas, que elegantemente colgaban de las paredes bajo el cielo estrellado.

Sólo iluminadas por algún CUTCSA tardío y bostezón que con su reflejo iluminaba nuestros besos, también.

Pero siempre hay otra cara en las monedas, nada vuelve a ser lo mismo cuando dos almas conectan para un buen día desconectar, y los recuerdos de noches aciagas son el único bálsamo para tapar una herida.

Los besos se secan y el brillo de los ojos es cubierto por lágrimas.

Y ese vino antes delicioso se vuelve vinagre, aunque la luna siga iluminando las hojas de la Santa Rita…

“Just a perfect day

you make me forget myself

I thought I was someone else

someone good”

Niko Pérez