Why So Nervous?

Aunque para los escuchas de M24 sean unos perfectos desconocidos, hay mucho para contar cuando se escribe sobre Nervous Eaters. Formado en 1972, el grupo proto-punk con sede en Boston experimentó una era que nunca volveremos a ver, una época en la que temblaban las paredes de los clubes de la ciudad y los parlantes se desconaban cualquier noche de la semana. Nervous Eaters es considerada la primer banda punk de Boston, un título ganado tras innumerables shows en The Rathskeller (más conocido como The Rat), en Kenmore Square, donde actuaron durante un tiempo como banda de la casa, abriendo para cualquiera que quisiera pasar: Elvis Costello, Talking Heads, The Stranglers, The Police, The Go-Go’s, Ramones, Iggy Pop, etc.

Liderados por el compositor principal Steve Cataldo, representó una etapa de la historia del rock de Boston definida por la convergencia del punk y el Top 40. El primer sencillo de estos jóvenes universitarios fue “Loretta” (1976). Una hermosa melodía irregular que rinde pleitesía a una chica, es la canción más popular del grupo, a partes iguales New York Dolls y The Cars, pero con un toque notablemente más áspero. Posiblemente, su mayor impacto en el circuito se produjo con su segundo single “I’m a degenerate” (1977), considerado un pequeño clásico del rock de finales de los setenta en el noreste de los Estados Unidos. Consta de un riff repetitivo, totalmente garajero, con la buena voz de Steve Cataldo, canalizando por momentos a Iggy, en lo que tal vez podría haberse convertido en un himno, de haber tenido mayor difusión. Otra de las canciones memorables de su breve discografía, fue su tercer simple “Just head” (1979), un registro con una potencia demoledora que, al igual que sus antecesores, pasó totalmente desapercibido.

Meses después de la edición de su tercer sencillo, Ric Ocasek de The Cars les produjo un demo de 10 canciones que atrajo a Elektra Records; el sello lanzaría su LP debut, el homónimo Nervous Eaters (1980), el cual venía con la funda troquelada simulando una mordida. Algunas de sus piezas, como “Last chance” seguramente con una producción más humilde y menos ostentosa hubieran obtenido mejores resultados, ya que la instrumentación es impecable y las melodías son muy interesantes. A no confundirse, contiene grandes temas como es el caso de “Girl next door”, una joyita del power pop, en la cual la delicadeza melódica te abraza. Un año después de ser intrusos en las bateas de discos, lamentablemente, la banda se desintegra al no lograr sus propósitos. El grupo entra en un hiato hasta el año 1986, cuando Cataldo y compañía se reúnen y publican su segundo LP denominado Hot Steel And Acid. El disco comienza muy prometedor, aportando un sonido nuevo para la banda. Se destaca el sugerente “Nazi concentration camp blues”, sin inventar la rueda, logra llevarte de viaje. El resto de temas también tienen su estribillo pegadizo, como “Shit for brains”, o “She’s gonna be my baby”. El álbum no llega a ser una genialidad pero es un muy buen trabajo, con una labor de mezcla mejor enfocada que en su disco anterior.

En 2003 Steve Cataldo se juntó con una serie de músicos cercanos y grabó el EP titulado Eat This! con algún tema interesante como “No more idols”, pero, una vez más, quedó en el olvido. Con todo, Steve Cataldo y sus Nervous Eaters son ampliamente respetados, mencionados reiteradamente como una de las leyendas del rock de fines de los ’70 en Massachusetts. Dos décadas después, regresaron con Monsters + Angels (2022), un álbum tan ruidoso y enérgico que parece sacado de los archivos grabados en The Rat. Canciones como “Want you like before” y “End of the world girl” retumban con el mismo desprecio por los niveles de decibeles que tenía la banda en sus inicios, una ráfaga de guitarras crujientes y voces al frente son el denominador común. Hoy han pasado 52 años desde su primer ensayo y con una formación revisada, Nervous Eaters sigue en escena compartiendo la agonía del rock. En enero lanzaron la exquisita “Why you tell’n me now” y a fines de febrero se despacharon con “Vampire” y “Knockdown day”. Quizás un poco más dóciles que en el apogeo punk pero como parte natural del envejecimiento, la sabiduría se puede encontrar entre rasgueos de guitarra de 12 cuerdas, odas a la unión al estilo Tom Petty y críticas al encierro indiscriminado para combatir un virus.

Consultado por los nuevos temas, su compositor declaró: “El aislamiento y la sensación de quedar fuera de la fiesta son el corazón de las nuevas canciones. Debemos tener la seguridad de que toda caída es temporal. Elegimos nosotros mismos levantarnos y afrontar el mañana con humildad y optimismo, pero para que exista un mañana, urge combatir las élites de poder y su control total”. Cataldo, prácticamente en el anonimato, está escribiendo las mejores canciones de su carrera. Eso es un gran elogio para alguien que, en los ochenta, fue cortejado por los grandes sellos discográficos.

Lic. Hugo Gutiérrez