¿Dónde Vas, Maestro?

¿Qué es ser rockero en el Uruguay de 2024? ¿Tiene sentido decirse “rockero” en estos tiempos? ¿Quiénes somos los rockeros? En primer lugar somos los portadores de una subcultura que cuando se presentó ante el mundo lo sacudió y efectivamente provocó que muchos asuntos de la vida cotidiana cambiaran para siempre. Nada fue igual después de Chuck Berry, Elvis, Los Beatles, Los Rolling Stones, Dylan o Led Zeppelin. El Kinto, Psiglo, Tótem y Días De Blues.

El rock invitaba como ninguna expresión anterior de la cultura de masas, a no quedarte quieto, a ser protagonista de tu propia vida, a no tomar las cosas servidas como vienen, a confiar en vos mismo más allá de lo que opinen los demás, a preferir el salto que esperar a decidirte. Cambió la forma de comunicarse, cambió el sexo, cambió la idea de futuro, todo empezó a ser un poco menos formal y más sincero a partir del rock. Quedó claro que esto era mucho más que tocar blues aceleradamente.

Ningún rockero de ninguna época necesita que se lo expliquen: aunque también pueda serlo, el rock no es estrictamente música; es una manera de sentir la vida. Se manifiesta a través de la música pero maneja un lenguaje más amplio; para hacer solamente arte ya existían el jazz, el bolero, la música “clásica”, los folklores, la bossa nova y varios géneros más.

En esa condición más allá de lo musical que el rock tiene, radica su fortaleza y la que a la vez parece ser su mayor debilidad. Cambió el mundo que nos rodea; aquello que fue novedad hoy está “naturalmente” integrado al ordinario paisaje cotidiano.

Nos sacaron la escalera, quedamos colgados del pincel y hoy deambulamos medio groggys sin entender bien cuándo y cómo sucedió. No creo que el rock vuelva a tener la influencia que tuvo en la sociedad global de la segunda mitad del siglo XX. Posiblemente pase a ser una especie de fósil cultural, incluso podría convertirse en, simplemente, una manera de hacer música.

Algunos piensan que nunca fue más que eso y que quizás varios millones de personas vivimos una ilusión durante 70 años. Puede que tengan razón, pero eso será tema para otra columna. Según la mitología cristiana, cuando Nerón comenzó a perseguir sistemáticamente a los seguidores de aquella nueva religión, el apóstol Pedro decidió huir de Roma y en el camino se le apareció Jesús cargando su cruz, ante lo cual Pedro pregunta “¿Quo Vadis, Domine?” (“¿Dónde vas, Maestro?”), respondiendo Jesús “Voy a Roma a que me crucifiquen de nuevo”.

Confiar en lo que uno cree y ponerle el cuerpo a las ideas, tiene vigencia, en cualquier época: el rock se encarga de recordárnoslo todo el tiempo, por eso sigue teniendo sentido identificarse como “rockero”. Yo lo hago.

Mientras tanto caminemos como de costumbre, hacia un futuro no escrito usando la música y las canciones como instrumentos para abrir cabezas y contagiar corazones. Escuchemos bandas nuevas y corramos la voz. Sigamos tocando, aunque no se acerquen multitudes. Continuemos leyendo (y haciendo) esta publicación que tiene un criterio absolutamente amplio y elige, orgullosamente, llamarse Sólo Rock.

Martiniano Olivera