
Una canción no sólo se escucha, también se lee, sobre todo si su autor tiene una prosa tan apasionada como la de Jim Morrison. Las canciones de los Doors una vez terminadas, se siguen sintiendo en la piel porque las historias que cuentan continúan su curso, aún cuando tu dispositivo se quede sin batería. Intentaré poner en palabras el alfabeto onírico de la música de los de Venice, para que la próxima vez que reproduzcas “Soul kitchen”, puedas escuchar otros matices.
Según Ray Manzarek, la letra de la canción se inspira en el restaurante Soul Olivia’s en Venice Beach, California, en el que Jim Morrison solía quedarse hasta muy tarde, siendo habitual que los camareros tuvieran que echarlo para poder cerrar el local. Esta situación no sólo inspiró el estribillo, en donde Morrison pide fervorosamente: «Déjame dormir toda la noche, en tu cocina del alma», sino también el inicio y el tramo final del tema, al hacer referencia a que «los relojes dicen que es hora de cerrar, supongo que me tengo que ir ahora, pero realmente quiero quedarme aquí toda la noche».

Precisamente esa última frase convirtió a esta canción en icónica. Se transformó en imprescindible durante el cierre de los conciertos de The Doors. En una época en la que la policía de Los Ángeles ponía especial celo en que las actuaciones de los grupos de rock, a los que consideraban problemáticos, terminaran en el horario establecido, con ese cometido se desplegaban decenas de efectivos alrededor del escenario como medida disuasoria para que no se les ocurriera continuar el show. En ese momento, y con el grupo tocando “Soul kitchen”, Morrison arengaba al público cambiando la frase por «Los policías dicen que es hora de cerrar, supongo que me tengo que ir ahora, pero realmente quiero quedarme aquí toda la noche».

Ahora bien, esa es una buena historia de cuando el rock era sinónimo de disidencia, un tiempo que ya no existe. En una lectura un poco más ambiciosa podrás encontrar otra vuelta de tuerca. El mensaje explícito de la canción es “aprende a olvidar”, frase que oficia de bisagra, exactamente, a mitad del tema. Es ahí cuando los versos anteriores cobran una imagen netamente sexual, cambiando radicalmente su significado. Como si fuera poco, a esta mutación verbal se le suma que, casi todos los textos escritos por Jim, mudan su forma dependiendo de tu estado anímico. A partir de este momento estás preparado para, en la siguiente escucha, percibir otra cosa, porque al igual que los vinilos, mientras una melodía suena en la bandeja, siempre existe otro lado que permanece oculto.
Lic. Hugo Gutiérrez

