Nuestro amigo y columnista, Gustavo Aguilera, lleva adelante su canal Redes Comunicantes en YouTube, donde vuelca sus inquietudes relacionadas a varias artes, como ser los cómics, las películas y, por supuesto, la música. Ahí plantea el relacionamiento entre las distintas vertientes, transformando al canal en una experiencia donde introducirse siempre es una aventura cautivante. Por supuesto, más allá de lo que desarrollaremos en este artículo, los estamos invitando a recorrer el canal y suscribirse.
Sus últimos aportes han sido videos de una serie que denominó Mis 1100 álbumes – Historia musical de un melómano. Actualmente hay dos videos disponibles, donde Gustavo nos va mostrando los discos editados en 1980 que, de alguna forma, han resultados destacados para su experiencia personal. Su idea es seguir avanzando revisando años posteriores en el formato propuesto, el cual es súper interesante y muy ágil.

El proyecto de esta serie de videos resulta todo un desafío. Si bien cada uno de nosotros tiene una idea bastante clara del tipo de música que le gusta y cuáles son los discos preferidos, realizar un análisis profundo de los impactos que determinadas ediciones han producido en nuestras vidas, no es nada fácil. Y ése es el trabajo que se ha tomado Gustavo: compartir su vida y trayectoria a través de la música para que se genere un intercambio de opiniones apuntando a la sinergia.
Como la idea es más que interesante, le hicimos unas preguntas a Gustavo para profundizar en su proyecto y sus expectativas.
SR: ¿Cómo surge la idea de hacer estos videos?
Gustavo: En todo lo que hago prima el concepto de encontrar los puntos de conexión entre las expresiones artísticas con las que estoy más unido: cine, cómics, literatura y música. Escribiendo mi columna de Redes Comunicantes puedo expresar sin inconveniente las conexiones de la música con las otras formas. Y a la vez, en el canal de YouTube, siento que puedo vincular de buena manera las otras tres, y hasta darle algún vuelo filosófico y con otras áreas de humanidades y ciencias. Estaba hace tiempo queriendo equilibrar el espacio dedicado a lo musical en el canal, algo que no es fácil por las restricciones de derecho de autor que presenta la música especialmente, lo cual me parece entendible pero un poco estricto de más, ya que eso no te permite difundir muchas cosas. Me faltaba como un hilo conductor, una idea que me permitiera presentar algo medianamente original, que posibilitara superar esa restricción y sentí que esa veta melómana mía, era el mejor camino.
SR: ¿Por qué 1.100 álbumes? Parecen muchos, pero imagino que tendrás un plan para llegar a esa cifra.
Gustavo: Sí, ¡jeje!, me llevó mi tiempo. Desde 1980, siempre estuve comprando, primero cassettes, y después cuando apareció el CD, me pasé a ese formato. Desde ese momento hasta acá, son unos 30 años aproximados adquiriendo y coleccionando CDs. No hace mucho me di cuenta que la cifra de títulos rondaba los setecientos. Son un montón. Y me paré un día enfrente a los discos y me propuse armar una colección definitiva. Algo parecido al libro 1001 Discos que hay que escuchar antes de morir, pero con mi criterio. Primero elegí esa cifra: llegar a 1001. Estuve días seleccionando del material que tenía cuántos realmente me iba a quedar, ver qué no escuchaba más y cosas así. Cuando terminé con ese balance había quitado y vendido cincuenta o sesenta álbumes y desde ahí, con eso como base arranqué a seleccionar aquellos que estarían en la lista de búsqueda. Y lo de llevar la lista hasta 1.100, fue un poco a capricho, para no sentir que estaba copiando la idea y permitiéndome un reto en ese juego. Y también por disfrutar ese vértigo que surge de la búsqueda y la investigación, en algunos casos casi arqueológica de artistas y sus trabajos, nuevos o viejos, que se puedan sumar.
SR: El criterio de selección se basa en los discos que de alguna manera te han influenciado. De cualquier manera, la selección debe haber sido complicada de confeccionar, ¿no?
Gustavo: Sumamente; fui armando el criterio en base a tres puntos clave: El primero tiene que ver con el gusto musical. La base es que el disco al escucharlo satisfaga desde su sonoridad: La manera en que está tocado, lo que transmite el artista que lo realiza, la expresión de sus búsquedas en ese trabajo artístico. Otro tema importante para mí son las letras, lo que dicen las canciones, la manera en que conectan y logran una unidad la música y las palabras. Algo que no aplica a la música instrumental, que me gusta, y mucho. Soy gran escucha de postrock, bandas como If These Trees Could Talk, por ejemplo. Y el tercer enfoque es absolutamente vivencial. La carga emocional que tiene ese disco. En el momento de tu vida que lo conseguiste o lo escuchaste, ¿qué te aportó? ¿Con quién o quienes estabas? ¿Qué historia personal guarda o rescata para tu memoria y tus emociones?
Me parece que sobre el equilibrio de estos tres criterios se define el valor que puede tener un trabajo discográfico para cada uno. Y también para las canciones. Hay músicos o bandas que de pronto no te llegan completamente con sus obras, pero de pronto un álbum de grandes éxitos te aporta un compendio interesante.

SR: Tu punto de vista para la selección es el de un melómano, lo que aleja a la lista de ser “los mejores” enfocándose en una crítica musical.
Gustavo: Así es. En la segunda parte del primer programa hay un gran ejemplo: El disco Flash Gordon de Queen. En cualquier listado que evalúe ese disco desde una mirada estrictamente musical, seguro no va a estar entre lo más destacado de la banda. Para mí tiene mucha historia de vida: con doce años fui al cine a ver la película y salí maravillado; me encantan la ciencia ficción y los cómics, el personaje está arraigado en ambas categorías. Y encima aparece como parte de otras pequeñas historias de vida. Entonces es un disco por el que tengo un afecto particular. También hay discos cargados de historia porque son discos de bandas o artistas que uno conoce personalmente, amigos en algunos casos y valora su trabajo y lo que comparte allí.
SR: ¿Cuáles serían algunos de esos casos?
Gustavo: Tengo un montón. Es que, como periodista, vengo haciendo notas con artistas y bandas desde fines de los años 80. Ese trabajo te hace conocer a los músicos y mucho de la cocina de lo que hacen, de cómo definen sus obras. Como escritor, por mis libros conocí a mucha más gente, sumados a los que uno conoce por el camino nomás. Cito algunos casos: Con Leo Lagos, trabajamos juntos en una librería por varios años, tuve el gustazo de que con su hermano tocaran en la presentación de Mal de la Cabeza Vol. 1. Con la gente de La Desgastada nos conocemos de hace años, a través de su manager, que es amigo personal de toda la vida. Ellos tocaron en la presentación de un libro de cuentos que saque en 2010 y se llama Nadie nos Creería. Ese día le pusieron música a una canción que escribí para uno de los cuentos de ese libro. Un sueño realizado. En 2014 presenté Errantes y en 2022 Mal de la Cabeza Vol.2; en ambos casos tuve el gusto de que tocaran Spuntone y Mendaro en la presentación, un lujo. Con ellos también, estuvimos en una charla sobre música uruguaya en la Feria del Libro de Buenos Aires en 2017. “Cachi” Bachetta, gran baterista y amigo, tocó en la presentación de otro libro mío, Las Puertas de la Imaginación, con la banda Pulse Aquí, que aparece mencionada en uno de los relatos. Da para mucho rato, y de seguro estoy dejando grandes momentos fuera, pero esto es a modo de síntesis. A todos los que nombro y con muchos más, me une a sus discos un valor extra, más personal. Con diferentes matices en cada caso.
SR: ¿Cuánto tiempo de elaboración te llevó determinar la lista de los discos?
Gustavo: En el momento que me decidí a hacer los videos, tenía ochocientos cuarenta títulos, aclaro que no digo discos, porque hay trabajos que incluyen dos, tres, o más CDs, por ser cajas recopilatorias. Así que armé un listado en Excel para llevar un registro, a los que le agregué varios datos, como la fecha de salida, en el caso de que se consiga, y sino el año. Eso me permite armar un panorama claro de qué discos tengo y me permite investigar o recordar qué me puede faltar. Además de la lista de lo que tengo armé una con unos doscientos más que son parte de la búsqueda, a eso se le suman los espacios libres que quedan para permitirse conocer o descubrir nuevos discos. Siempre tiene que haber un espacio para la sorpresa. En mi caso eso me gusta, porque no soy de escuchar en plataformas. Utilizo YouTube, porque estoy acostumbrado a ver mucho material entre documentales, películas viejas o descatalogadas, recitales, de todo. Y a la vez, como herramienta que me sirve para desarrollar lo que me gusta desde el audiovisual. Lo que estoy aprendiendo de edición de videos me fascina.
También escucho en Bandcamp, porque me permite investigar bandas y propuestas que no son de fácil acceso en los medios. Y eso va ampliando el panorama. Al final la sensación al pararme frente a la biblioteca donde tengo los discos, es que estoy frente a un mapa de mí mismo, un mapa de quien soy desde una óptica musical.

SR: Según expresás en los videos, la idea es generar un intercambio de opiniones sobre la selección. ¿Es posible que se genere alguna instancia posterior para ese intercambio?
Gustavo: Hay un par de cosas que, en estos tiempos que corren, me parece que se han perdido. Por tiempos, espacios, razones de vida, es más difícil juntarse con los amigos como teníamos el hábito de hacer y desgranar un disco con tranquilidad. Prender un equipo de audio y sentarse alrededor como si fuera un tótem, escuchar casi en silencio, con breves apuntes y comentarios (seguramente acompañados de algo para picar y tomar). Obvio que no éramos el común de la gente, no es un tema de “época”, sino de actitud y gusto por la música. No sabíamos en aquellos años que éramos melómanos, más bien nos considerábamos bichos raros. ¡Jeje! Un elemento que nos unía mucho. No a todo el mundo la interesa la música desde ese lugar.
Algo que también parece haberse perdido un poco es cierto espacio de igualdad, de sentirse entre pares. Ahora se intuye una cierta necesidad de imposición, algo como: “esto es lo que tenés que escuchar”. Pero no de las generaciones nuevas, sino de las nuestras hacia ellos. Lo que me parece produce un efecto inverso. Por eso en el canal la idea es fomentar una comunicación llana invitando al otro, no importa la edad, a acercarse e intercambiar experiencias. Los videos, recién voy dos al respecto porque costó mucho tiempo encontrar la forma que me convenciera; pretenden compartir sensaciones y comentarios que pueden hacer que alguien se acerque a escuchar esas músicas y a la vez, en lo que ellos puedan compartir uno se puede enriquecer.
Ariel Scarpa
