El festival Montevideo Rock, el original, se llevó a cabo en la Rural del Prado los días 21, 22 y 23 de noviembre de 1986. Organizado por la Intendencia de Montevideo, con claras intenciones políticas como suele ocurrir cuando el gobierno de turno se involucra en este tipo de eventos, tuvo una serie de características únicas e inusuales para la época. Veamos.
Lo que hoy se denomina como Montevideo Rock I, originalmente fue sólo Montevideo Rock, porque seguramente no estaba planeado realizar el segundo ni los posteriores. Si bien este segundo festival fue bienvenido en su momento, no tiene punto de comparación con el primero; ni que hablar de los que le siguieron con el mismo nombre. Así como el Woodstock de 1999 no fue lo mismo que el original de 1969 porque el espíritu de ambos fue diferente, ningún Montevideo Rock de los que prosiguieron al de 1986 fue igual a éste.

La propuesta fue realmente abarcativa desde el inicio, convocando para tres días comenzando un viernes. En cada una de las jornadas se comenzó temprano en la tarde y terminó bien entrada la noche. La grilla fue muy amplia, contemplando a bandas nacionales de primera línea y otras no tanto, y agregó el condimento de traer bandas de Argentina, Brasil y Chile, lo que hacía más que interesante para el público ir y participar.
La actividad se desarrolló en dos escenarios, llamados A y B, donde se presentarían las bandas según la “categoría” con la que contaban en el momento. Por supuesto, el escenario B era mucho más chico que el A y contaba con menos infraestructura, pero brindaba la oportunidad de ver muy de cerca bandas que muchas veces resultaron interesantes e impactantes. Ahí tocó el Funfu con Mística, por ejemplo, haciéndose acreedor al premio como mejor instrumentista. Hubo variadas bandas en ese escenario y, personalmente, me acercó a varias que no conocía. Se suponía que mientras hubiera una banda sonando en ese escenario, el A no comenzaría, pero no ocurrió así el domingo, prácticamente vaciando de espectadores al B. Una banda que estaba anunciada y que no llegó a tocar en ninguno de los dos escenarios fue Luz Roja, por desentendimientos con la organización.

En el escenario A estaban las bandas “grandes”, las que ya en esos tempranos años tenían algo que las destacaban y que ostentaban mayor poder de convocatoria. El Cuarteto de Nos, La Tabaré Riverock Banda, Los Estómagos, Los Traidores, Los Tontos, Ácido, Cross, Alvacast, Zero, Neoh 23, entre varias otras, alternaron con las bandas internacionales, como La Torre, Los Prisioneros, Legiao Urbana, Fito Páez y Sumo. Y fue precisamente Sumo la que me voló la cabeza, como a todos los presentes, con su actuación demoledora.
Pero lo especial y más destacado de Montevideo Rock fue la experiencia de vivir todas esas horas de música en un entorno muy adecuado para lo que se generó. La juventud de ese momento pudo convivir los tres días en un ambiente de rock total. Fue así que las distintas tribus urbanas y los que no pertenecían a ninguna en especial, pudieron disfrutar al máximo a pesar del olor a represión que se sintió en algunos momentos.
Hoy, ya en 2024, quizás sería una buena idea reeditar una experiencia similar, donde las presentaciones conjuntas de nuestras bandas actuales permitieran mostrar sus trabajos a un público al que seguramente no están llegando en el under. La existencia de dos escenarios simultáneos de la misma categoría sería lo justo, y creo que podría llegar a ser un evento más que interesante. Por ahí el gobierno de turno vea la veta de arrimar votos en esta época de desencanto político y quiera aprovecharse de la situación volcando algún beneficio a la cultura nacional en el rebote, esa con la que tantas veces se llenan la boca sin mover un dedo para aportarle algo realmente significativo.
Ariel Scarpa
