AC/DC – Flick Of The Switch

A la hora de expresar una idea son de mucha ayuda y siempre se nos viene a la mente una serie de frases hechas, por ejemplo: “Lo difícil no es llegar sino mantenerse”, “Cuando conoces lo bueno de estar arriba también hay veces que conoces lo malo de estar abajo”, entre tantas otras. En tal sentido, y con respecto al disco que hoy está cumpliendo 40 años de editado, es que uno encuentra un poco difícil, paradójico o controversial, podría decirse, el calificar y expresar nuestros sentimientos respecto al Flick Of The Switch.

El contexto que encierra la grabación de este noveno álbum de estudio de AC/DC era el del más absoluto apogeo comercial, dadas las repercusiones que aún continuaban del éxito mundial del disco Back In Black de 1980 y su digno y moderado sucesor, For Those About To Rock. Ambos álbumes mantuvieron a la banda de gira y/o trabajando durante casi dos años seguidos, así que una vez que finalmente encontraron el tiempo para reflexionar sobre su próximo paso, el hard rock australiano, los héroes decidieron que era hora de volver a lo básico.

Continuando con lo que rodea al disco, cabe aclarar que venimos de tres álbumes súper exitosos, y que tuvo los arreglos del rey del perfeccionamiento de estudio, el Ssr. Robert John «Mutt» Lange. El grupo decidió producir Flick Of The Switch ellos mismos en un esfuerzo concertado para despojar a sus canciones de cualquier pulido exagerado de estudio, y con ese fin, a AC/DC le llevó menos de un mes el grabar 10 canciones nuevas.

AC/DC encorsetó a Mutt Lange, quien marcó el sonido en los tres discos anteriores del grupo (Highway To Hell – Back In Black – For Those About To Rock). Despidieron a dos gerentes y decidieron hacer todo internamente, incluso producirlo ellos mismos. Nada de esto contribuye para que el trabajo discográfico fuese una excelencia, dado que además Malcom y Phil Rudd atravesaban muy malas etapas con el alcohol. Tanto es así, que Phil acabó fuera del grupo luego de la grabación, la cual pudo terminar pero fue sustituido por Simon Wright para encargarse de los trastos durante la gira del grupo.

Desafortunadamente, las decisiones adoptadas cercenaron una perspectiva externa a la de los músicos y es la proveniente de un productor, lo cual produjo que muchas de las canciones no tuviesen ese toque de primer nivel, resultando en un hecho revelador que ninguna de las melodías de Flick Of The Switch, salvo para mi gusto, la única y electrizante «Guns for hire», lograse trascender más allá de la gira promocional del disco y colocarse in eternum en los tímpanos y corazones de los fans.

Otro hecho que se le achaca al disco, son las letras de Brian. Todo el mundo sabe que Brian no es ningún filósofo de la vida, psicólogo o poeta romántico de un discurso pletórico y ensalzador de la mujer, o relator de grandes historias y temas de índole social, por ejemplo. Sabemos que escribe letras sobre damiselas, sus encuentros casuales y fugaces con ellas y lisa y llanamente sobre sexo. Pero aquí, la mayoría de sus letras son sobre travesuras, y no siempre en forma tan sutil, por ejemplo en «Guns for hire”. Creo que aquí la crítica es un poco injusta porque vienen midiendo con la vara muy alta y es natural que todos, y AC/DC y particularmente Brian, pueden tomarse una licencia “poética” y bajar a tierra un poco con sus letras. Nadie le pide que deban hacer un tratado de filosofía ni la explicación del armado de un cohete espacial.

Ya podría ser un presagio de lo que escucharemos en el disco, el arte de tapa del mismo. Es una portada sorprendentemente blanca que presenta nada más que un boceto a lápiz de Angus Young preparándose para bajar/encender un interruptor eléctrico. Algo más escueto y sencillo no se les ocurrió parece. Sucede que Angus declaró que quería un poco más de relieve en el dibujo, pero parece ser que la compañía discográfica no quería ni modificar el dibujo ni gastar más dinero en la portada dado que preveían las bajas ventas del disco.

Este disco es un ensayo de laboratorio para los hermanos Young, en donde por primera vez tomaron la producción en sus propias manos, y a pesar de ser excelentes músicos, no todo se convierte en oro lo que tocan. Aún así, por defectuoso que sea, este sigue siendo un pequeño gran álbum bastante decente de AC/DC, especialmente si lo colocamos en el marco de tiempo adecuado y consideramos lo que vino inmediatamente antes y después de esto. Otro de los problemas para analizar el disco es que le tocó venir luego de un par de discos épicos, por lo que no hace sencillo el análisis. Operó contra del éxito del disco el hecho de que AC/DC, aunque seguía siendo demoledora sobre las tablas, el álbum se estancó rápidamente porque no había ningún sencillo promocional del trabajo, cosa que molestó bastante a los ejecutivos de Atlantic Records.

El disco inicia con “Rising power”, en el cual las guitarras marcan el ritmo y tienen un marcado riff de medio tempo. Entra Brian con su prédica para desembocar en un solo pesado y no muy exigente para las extremidades de Angus. El segundo tema, “This house is on fire”, es más simplista y nos presenta tan sólo cuatro acordes, y aunque puede estar entre las más flojas del álbum, sigue demostrando que a pesar de los momentos por los que están pasando, pueden hacer música bastante respetable.

“Flick of the switch” nos regala un riff bastante aceptable, divertido, movedizo y con mucho gancho. Brian le impone mucha fuerza y ganas. Sucede que parece ser que la nube de las malas decisiones sobrevuela cada una de ellas en este disco. En pleno auge de la incipiente cadena televisiva de videos de rock, MTV, ¿pueden creer que el grupo resuelve una estética bastante (… eeeh… cómo decirlo…) barata, deprimente, tétrica en la selección del arte visual para darle imagen a la canción que da nombre al disco? El video de la canción nos presenta a los músicos tocando el tema en el estudio de grabación en una idea de “entre casa”, con Brian que se tambalea como un “tentempié” de un lado para otro sobre una baldosa, Angus vestido para sacar a pasear al perro, bermuda y un remera Hering gastada y el pobre de Malcolm, como siempre, en estampa de “¡qué hago acá mirando al infinito y más allá!”.

Uno de los temas que más me gusta es “Nervous shakedown”. Es muy bonita y simple con un primitivo y galopante riff donde el solo ofrece una sensación de dar un arranque: se pone en marcha y te deja ahí en el clímax pero sin concretar, al mejor estilo “…interruptus”. Le sigue el tema “Landslide”, el cual es rápido y en un estilo viejo rock boogie-woogie. Parece una bolsa llena de nervio y energía y encima el solo le pega a la perfección. Brian Johnson, para enmarcar. Y entonces, acto seguido nos encontramos con el que se convirtió en primer single del álbum: “Guns for hire”, un tema que ya desde su inicio y como de arranque de motor, esa nota repitiéndose, la entrada de la batería, el riff, los coros… ¡es el tema endemoniadamente perfecto por su potencia e indisolublemente apegado a uno de los mejores recuerdos de mi adolescencia como era el programa radial en FM Eldorado100.3 del Sr. Quique Pereyra, llamado Rock Hasta El Mediodía, el cual lo tenía como tema de arranque, de cortina y de cierre. Era un combo súper agrandado de placer auditivo. Una potente canción, para un gran rockero, productor, conductor radial, disquero y amigo.

Luego llega “Deep in the hole”, que continúa con la tónica del álbum pero que no destaca tanto, pero a diferencia de otras, sí que logra colmar lo que nos enseña. “Bedlam in Belgium” es otra canción simple, directa y bonita, que se permite estar entre las mejores canciones del disco, que además me trae reminiscencias de varios temas del Powerage pero con más fuerza de guitarra. La parte vocal es súper energética y te sabe conducir hasta el éxtasis del solo, siendo además una canción en donde se luce y siente en forma clara el sonido logrado de la batería.

“Badlands” puede que sea una de las más flojas de las canciones del disco, pero se destaca por querer sonar como las mid-tempos del disco anterior, For Those About To Rock pero con toques de sureño. Finalmente el cierre del disco es con “Brain shake” y su melodía un poco intrépida o simplemente extraña, pero nada fuera de lo normal con respecto a otros temas de otras placas, como pueden ser “Shoot to thrill”, “What’s next to the moon”, “Walk all over you”, entre otras. De todas formas, no es más que la cereza en la torta de fiambre, o sea, a un disco extraño no podrás negarle que es un cierre original.

En resumen, el disco que hoy festeja 40 años es uno de los más controvertidos; para muchos es el que marcó la definitiva decadencia de los hermanos Young, un disco vapuleado por público y crítica. Se le acusó a este disco de ser un ejemplo de simpleza compositiva, repetitivo, conformista con letras y estribillos fáciles, y con ausencia de toques de calidad por no tener una producción de consejos expertos y externos a los propios músicos, el cual se decía que podía agregarle los sonidos de aquel sucio heavy y hard rock de los primeros años de aquella década de los ochenta.

No voy a autoflagelarme, aferrarme a los principios, ni detallar mi amor inclaudicable por la banda para argumentar una defensa del disco, pero sí debo decir que no es lo peor que han hecho, no es tan malo como se dice y que varias de sus canciones están firmes en mi playlist rockera y de consulta diaria. En consonancia con esto, también diré que me resulta un poco doloroso que los propios AC/DC olviden algunas de estas canciones para sus set-list de los conciertos que han dado. Al final, se puede decir que Flick Of The Switch, en su estética y en su música, se la juega por la simplicidad, siendo un equivalente del Powerage para Brian Johnson, aunque sus canciones que no estén a la altura de aquel otro trabajo.

Como siempre sucede, la opinión final sobre Flick Of The Switch fue dictada por los fanáticos de AC/DC, quienes apenas consideraron oportuno impulsar el álbum hacia una escueta venta de nivel platino, lo que perduró durante muchos años por las ventas lentas, quedando así muy por debajo de los umbrales multiplatino establecidos por sus predecesores.

Actuaron en esta obra: Brian Johnson – voz, Angus Young – guitarra líder, Malcolm Young – guitarra rítmica, coros, Cliff Williams – bajo, coros, y Phil Rudd – batería (despedido del grupo durante la grabación del disco, aunque llegó a grabar las baterías. La gira la hizo Simon Wright).

Por eso lo difícil no es llegar sino mantenerse.

Tomás Cámara